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«Lo mejor es golpear con un bastón»
La investigación abierta al imán de la mezquita de Terrassa por dar consejos sobre cómo pegar a las mujeres «desviadas» vuelve a abrir el debate sobre los límites del islamismo más radical
Amonestad a aquellas que teméis que se rebelen, abandonadlas en el lecho, golpeadlas!». Así rezan algunos pasajes del Corán que han llevado al imán de la mezquita de Terrassa (Barcelona), Abdeslam Laarusi, a estar hoy en el punto de mira de la sociedad española.
Sus discursos, en los que pudo haber instado a sus fieles a corregir con actos de violencia física y psíquica las conductas «desviadas» de las mujeres, han llevado a la Fiscalía y a los Mossos d'Esquadra a abrir una investigación y a acusarle de incitar a la violencia machista.
Desde hace más de dos meses la policía autonómica catalana se ha infiltrado en la mezquita de la calle Doctor Pearson de la ciudad para grabar, traducir y analizar algunos de los discursos que el imán Abdeslam recita los viernes ante más de 1.500 fieles. Según las investigaciones, el líder religioso ponía ejemplos concretos de cómo golpear a una mujer.
«No se trata de romperles los huesos o hacerlas sangrar, lo mejor es golpearlas con un bastón, con los puños o las manos en distintas partes del cuerpo», pudo aconsejar, así como aislarla en el domicilio conyugal y negarle las relaciones sexuales.
Mientras Abdeslam Laarusi, que se negó el martes a declarar en la comisaría de los Mossos, sigue con su vida de siempre, en las calles de Terrassa la tensión y el malestar han irrumpido.
Son las cuatro de la tarde y las calles del barrio de Ca N'Anglada de Terrassa están desérticas. Los comercios permanecen aún cerrados, hay poco tráfico y el silencio de la hora de la siesta se rompe por el sonido de unos rezos islámicos que provienen del interior de un viejo Peugeot 306.
Las oraciones retumban en el interior del vehículo, parado en el semáforo de la carretera de Castellar, y que continúa su marcha propagandística hasta detenerse ante el número 149 de la calle Doctor Pearson, donde se encuentra una de las mezquitas más grandes y antiguas de Cataluña.
Sin saber cómo, de repente aparecen un centenar de fieles que van saliendo de la mezquita –a la que nos impidieron el paso–, e invaden de la calle. Se calzan en las escaleras de la mezquita, se despiden bajo sus arcos azules, miran con asombro a una periodista e ignoran con desprecio sus preguntas.
La tensión está a flor de piel. «No queremos fotos, no tenemos nada que decir, todo lo que se dice del imán es mentira», reprocha uno de los más atrevidos mientras el resto susurra en árabe críticas que se traducen con sus miradas.
«La gente no quiere hablar, se ha creado mucha polémica y están enfadados», añade Abdelam, uno de los más jóvenes, vigilado por sus compañeros. «Yo vengo aquí sólo a rezar, hay cosas más importantes y esto son tonterías, ya que la mujer es muy importante en el Islam», afirma con una voz temblorosa otro de hombre que no quiere revelar su nombre.
Nada nuevo en la ciudad
Tras el rezo, unos vuelven a sus trabajos y otros acuden a unas calles más abajo al bar Diamante. Con un té moruno en la mesa, miran atentos la cadena Al Jazeera sin apenas establecer conversación. Una pequeña librería reposa debajo del gran televisor donde el Corán comparte protagonismo con diarios deportivos que alaban los triunfos del Barça.
«En el Corán como en la Biblia hay expresiones y frases que se prestan a todo tipo de interpretaciones. "El mejor de vosotros es el que mejor trata a su mujer", dice un versículo», defiende Adil, de 33 años. «Antes del Islam, la mujer era una esclava, pero nuestra religión le dio la libertad», opina este joven, para quien «el imán es un hombre muy bueno que siempre ha defendido los derechos de las mujeres».
En un ambiente más relajado que a las puertas de la mezquita, Sadik, un joven marroquí de 30 años que trabaja de camarero en este bar, explica uno de los rumores que podrían haber llevado al imán a ser investigado.
«Se dice que hay un matrimonio, que antes era musulmán, que se han convertido al catolicismo para obtener ayudas sociales, y que ahora intentan convencer a más musulmanes para que dejen el Islam maldiciendo al imán», explica este licenciado en relaciones laborales e institucionales.
«Es un hombre bueno y en el Corán hay palabras que pueden ser malinterpretadas», continúa Sadik, que cree firmemente en la inocencia del que fue su maestro de religión desde los 12 años, cuando llegó a Terrassa, ciudad 215.000 habitantes en la que viven unos 13.500 musulmanes.
También desde la Asociación Cultural Musulmana de Terrassa niegan que se haya promovido la violencia contra las mujeres en los sermones de su líder, así como desde la comunidad de mujeres musulmanas, que el miércoles pasado mostraron su apoyo públicamente ante la mezquita leyendo un manifiesto. «Nunca nos hemos sentido discriminadas o menospreciadas por el imán», afirmó una de ellas en un gesto muy poco frecuente pero que quería comunicar su «más sincero apoyo al imán en estos difíciles momentos».
Al Ayuntamiento de Terrassa, la investigación abierta por la Fiscalía le pilló desprevenido. Al conocer la noticia por los medios de comunicación, el alcalde egarense y actual líder del PSC, Pere Navarro, se mostró «muy sorprendido» por la investigación abierta al imán de la localidad, ya que éste tenía fama, dijo, de ser una persona «muy moderada, correcta y comprensiva con estas cuestiones».
Sin embargo, el consistorio no descarta actuar «con contundencia» si se demuestran los hechos, que están penados con hasta tres años de cárcel, y podría presentarse como acusación particular, como ya lo han hecho en los casos de muerte por violencia de género.
Los vecinos autóctonos, sin embargo, no se extrañan de lo sucedido.
«Nada me viene de sorpresa, desde hace un par de años, la comunidad magrebí está cada vez más distanciada de nosotros, su actitud es cada día más radical y machista», explica el presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de Montserrat, Antonio Cazorla, que ha intentado varias veces reunirse con el imán pero «siempre dan una excusa».
«Nuestra relación con ellos es fatal y ante lo que ha pasado debemos actuar de una vez», considera Pedro Peña, un jubilado miembro de la Asociación de Vecinos para la mejora de Ca N'Anglada. «Hemos presentado dos denuncias al Ayuntamiento para que cierren el templo porque carece de salidas de emergencia, medidas contra incendio y sobrepasa muchas veces el aforo permitido», informa Peña, que dice estar amenazado por algunos de ellos.
La mezquita está situada entre dos colegios del barrio. Isabel, madre de dos hijos, va a buscar a sus pequeños y pasa cada día frente al templo. «¡Con lo que estamos luchando aquí contra el maltrato, ahora viene este y dice cómo se tiene que pegar a las mujeres!», exclama. «No sabes la que se lía cada viernes en esta calle, no se puede ni pasar en coche», se queja esta vecina, que quiere que se lleven del barrio la mezquita.
Frente a las dos escuelas, en el parque de la plaza Cataluña, una decena de corrillos de hombres musulmanes charlan antes de entrar a la mezquita de nuevo. «Son las seis de la tarde y no hay ni un niño jugando en el parque, está lleno de moros que no hacen nada en todo el día», critica Asunción mientras espera el autobús. «Se ha montado una bien gorda con lo del imán», dice el quiosquero de la plaza.
«Si quieren traer aquí sus leyes y su manera de tratar a las mujeres, que se vuelvan a su país porque no lo vamos a consentir, y si no, que se adapten a las nuestras», dice indignado mientras vende una bolsa de chucherías a Martí, que la comparte con Khaled.
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