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Pagafantas por Oché Cortés

La Razón
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La cosa es como sigue: Uno llega nuevo y la conoce o cree –en su infinita bisoñez- que la va a conocer. Y entonces sólo pasan cosas mágicas durante un corto espacio de tiempo. Te toca gran parte de las sonrisas, te presentan a un montón de gente que parece interesada en tu discurso y no se fija si tienes lorzas, vistes de mercadillo o te queda poco pelo. Y cuando la tarde languidece y renacen las sombras, tu objetivo desarbola la empalizada con un chorro de confidencias, cada vez más intensas, hasta que llega un día en que sacas la bandera blanca y te rindes sin presentar batalla, pones la carita del que van a degollar y le declaras amor eterno y que lo vas a dar todo desde ese instante, hasta el último aliento. Y mientras, no te ha dolido pagar las copas, las cenas, los fines de semana, los canguros de las amigas –es que si no, no puede salir, fíjate la pobrecilla-, o algún capricho ni caro ni del puesto del jipi. Porque tú, el receptor de la sonrisa de los últimos cien días, te crees especial. Y entonces, mientras la miras con el caramelo más dulce que pueden producir tus ojos miopes –que encima te ha dicho que eran bonitos- la dueña de tu sueño te descerraja un «eres mi mejor amigo» en medio de la vorágine, que te deja el cuerpo como a Rocky después de cuatro películas. Entonces recuerdas lo que te decía la gente que te quería de verdad y no has vuelto a escuchar desde tu locura: Eres un pagafantas. Un verdadero pagafantas. Pues lo mismo quieren que sea este Gobierno de Rajoy: que pague la factura, sonría y se coma el marrón. Y si no, colmillos por sonrisas y bronca en la misma calle donde antes había proyecto. El 29 lo veremos. Que haya alivio y sálvese el que pueda.