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Contador a cero

La Razón
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Algunos abogados del TAS (Tribunal de Arbitraje del Deporte), empleados de reputados bufetes, y no sólo suizos, perciben por sus intervenciones en procedimientos deportivos 180.000 euros por, en términos exagerados, descolgar el teléfono. Los ingleses que defendieron en noviembre a Contador cobraron entre 400 y 500 euros la hora y no pertenecían a ese club exclusivo, nacido a instancias del COI para acelerar la solución de los conflictos entre sus afiliados... Hoy, año y medio después de que una muestra tomada en el Tour de 2010 revelara 50 picogramos de clembuterol en la orina de Alberto, es posible que el tribunal emita el laudo. Es su intención; pero no hay que descartar que una vez más su voluntad vuelva a quebrarse. Sea cual fuere el veredicto, se me ocurre que secuestrar durante 18 meses a un deportista es un acto irracional, carente de ética y tan denunciable como un positivo. A Contador le pueden declarar inocente, que es lo que hizo la Federación Española de Ciclismo, que le juzgó por orden de la Unión Ciclista Internacional, que no creyó en la absolución y recurrió la sentencia al TAS, de la mano de la Agencia Mundial Antidopaje. Su inocencia sería la culpa de UCI y AMA. Podrían suspenderle un año, decisión salomónica, y le arrebatarían el triunfo en aquel Tour; o dos años: perdería el Tour y el 70 por ciento de sus ingresos, casi tres millones, que se embolsaría la UCI. Negocio redondo. Contador ha invertido un millón en su defensa. El deportista siempre pierde, el TAS siempre gana y la UCI podría ganar de todo, menos prestigio. Ya no le queda.