Atenas
Merkel exige una Grecia más espartana
Grecia ha encerrado al euro en un bucle trágico que, como en las tragedias helenas, está a punto de llevar a la moneda común al dramático desenlace del último acto.
Casi un año y medio y tres rescates de 233.000 millones después, los socios que comparten moneda vuelven al origen de la tormenta, dejando al aire sus divisiones y probando el fracaso de su estrategia para salir de la crisis de la deuda soberana. Pero esta vez las opciones se agotan y Atenas camina cada día más cerca del tabú que intentó enterrar bajo los salvamentos: la primera reestructuración de la deuda de un país de la zona euro. Una pesadilla cada día más real en Bruselas ante la presión de los mercados, que ya han dejado la deuda soberana helena en bono basura; la negativa de algunos socios a aportar más dinero para un nuevo rescate; y el anémico crecimiento griego, erosionado por el brutal plan de ajuste impuesto por Bruselas y el FMI.
El viernes, la reunión de los ministros de Finanzas de los grandes de la eurozona, la Comisión Europea y el BCE terminó sin la fórmula para dar oxígeno al esfuerzo griego para reducir su endeudamiento de 327.000 millones. Más aún, los rumores lanzados sobre una posible salida del euro de Grecia han agrandado la agonía de Atenas. Uno de los últimos recursos que quedan sería comprar más tiempo para que Atenas recupere el paso, aportando otra línea de crédito de 60.000 millones y que ayer tuvo un efecto balsámico en los mercados. Según una fuente comunitaria citada por Reuters, la UE estaría ya convencida de la necesidad de esta ayuda, que Grecia recibiría a cambio de realizar más ajustes.
Esta medida podría venir acompañada de una ampliación de los plazos de los préstamos del rescate en vigor y otra rebaja de intereses, ahora en un 4,5%. Pero si Alemania puso problemas al primer rescate griego, su bando ha ganado aliados al sumarse países más solventes del euro como Holanda, Austria o Finlandia, donde cada vez es más difícil hacer pedagogía sobre «la importancia de actuar juntos para garantizar la estabilidad de la zona euro», como repitió ayer el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Más aún, el recrudecimiento de la deuda griega amenaza con poner en riesgo la estabilidad de la eurozona en un momento en el que su frágil equilibrio está de nuevo bajo presión por la aprobación del rescate de Portugal.
El presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, viaja hoy a Berlín, donde se reunirá con la canciller Angela Merkel para buscar una salida. Alemania no sólo se resiste a mejorar las condiciones del préstamo o aportar nuevo capital a Grecia sin más ajustes, sino que duda que el Gobierno heleno pueda recibir los 12.000 millones del próximo tramo comprometidos al cuestionar que esté cumpliendo con las reformas. «Necesitamos saber cuál es la situación real de Grecia. Sólo entonces podremos decidir qué se debe hacer», opinó ayer Merkel. El tiempo juega en contra, porque sólo acerca más una quita de la deuda helena, que podría oscilar entre el 30% y el 70%, según los expertos, o una prolongación de los plazos de pago, una «bomba atómica» para la eurozona más devastadora que la caída de Lehman Brothers, según el BCE.
Baja la presión sobre España
Tras dispararse el lunes hasta los 222 puntos básicos por las crecientes dificultades de Grecia para afrontar sus problemas de deuda, la prima de riesgo de España dio ayer un respiro y se relajó hasta los 214 puntos básicos. No fue el único indicador que mejoró. El Ibex 35 cerró con una subida del 0,75%, con lo que la economía española vivió un día de relativa calma que se extendió también a las finanzas del país causante de la tormenta que ahora se vive. Atenas logró vender más deuda de lo previsto en una subasta de letras a seis meses pese a las incertidumbres sobre su futuro. En concretó, logró colocar 1.625 millones de euros frente a un objetivo máximo de 1.250 millones de euros, a un tipo del 4,88%, un 1,6 por ciento más que en la anterior emisión celebrada en el mes de abril, con una demanda que superó en 2,6 veces a la oferta.
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