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Desafío al Kremlin
MOSCÚ (AP)- El pueblo ruso habló claro. Las protestas en todo el país han dado lugar a la mayor muestra de descontento en la era post soviética de Rusia. Decenas de miles de moscovitas acudieron a la plaza Bolotnaya, frente al Kremlin, para protestar por el presunto fraude electoral y exigir el fin del Gobierno del primer ministro, Vladimir Putin. El flujo masivo de la ira pública desafía a su imagen a pesar de contar con el apoyo de los canales de televisión controlados por el Estado.
Éstos son los encargados de proyectar a Putin como un hombre respaldado por la mayoría de la población, imagen que se vio tremendamente afectada desde las elecciones parlamentarias del pasado domingo. Durante la jornada del domingo, su partido, Rusia Unida, retuvo una mayoría de escaños pero abandonó la inexpugnable mayoría de dos tercios que obtuvo en la legislatura anterior. La pérdida en total fue de 77 escaños. Incluso ese menor rendimiento fue conseguido de manera ilegal, inflado por el fraude electoral masivo, según afirma la oposición y muestran los informes de los observadores locales e internacionales.
La manipulación electoral actuó como catalizador para el descontento de los rusos, que viene de lejos a pesar de haberse mantenido callados durante mucho tiempo por miedo a las represalias gubernamentales. «Las falsificaciones que las autoridades están haciendo hoy en día han convertido el país en un gran teatro, con payasos de circo», dijo Alexander Trofimov, uno de los manifestantes en la plaza Bolotnaya. Las protestas tuvieron lugar en 50 ciudades. La jornada se saldó con más de 130 personas arrestadas, muchos menos de los mil detenidos en las manifestaciones de los primeros días tras las elecciones legislativas del 4 de diciembre. La policía, que normalmente ha reprimido con «mano dura» cualquier manifestación no autorizada, permitió incluso que unos radicales de izquierda llevasen a cabo una protesta sin autorización alguna, desde la Plaza de la Revolución de Moscú hasta las afueras de la Plaza Roja. En Vladivostok, cientos de manifestantes gritaron: «Putin es un piojo», mientras que otros portaron banderas que caricaturizaban a Rusia Unida, el partido de Putin, con un emblema en el que se podia leer «Las ratas deben irse».
Cientos de personas portaron un emblema en el que se podía leer «Las ratas deben irse». La reacción en Moscú, seguida por cien mil personas, demostró que el pueblo quiere hacerse oír. Por último, en lo que parecía ser un intento de evitar que los jóvenes asistieran a la protesta, el sistema escolar de Moscú declaró la tarde del sábado un día de colegio obligatorio adicional.
Putin, contra las cuerdas
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, creía que tenía al pueblo ruso controlado y que éste no iba a alzar la voz, pero se equivocaba. Las denuncias sobre la manipulación de votos han sido numerosas. El Kremlin ha sufrido durante toda la semana una fuerte presión internacional, especialmente de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que instó a una investigación sobre el fraude electoral.
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