Navarra
Una fiera enjaulada por Jesús María ZULOAGA
«Que me han cogido», parece gritar, desde el automóvil de la Policía francesa, el pistolero Ugaitz Errazquin, al que han puesto un antifaz como medida de seguridad para los agentes, ya que, una vez en la cárcel, escriben una «kantada», dirigida a la «dirección» de ETA, con todo tipo de detalles sobre los que le detuvieron. Dentro de unos días, cuando acabe el periodo de incomunicación, se enterará de que fue la Guardia Civil española la que propició su arresto. Nuevo disgusto. Menos mal que le quedará el «consuelo» de que los de Batasuna, rebautizados, gracias al Tribunal Constitucional, como Sortu, han enfatizado que su captura no va en el camino correcto: para que los presos (él y su compañero José Osés se sumarán en breve al «colectivo») sean amnistiados; las Fuerzas de Seguridad, expulsadas del País Vasco y Navarra; y los que aún siguen en la clandestinidad (no parece que les reste mucho tiempo en libertad, por la eficacia policial) queden impunes. Algunos, durante la anterior legislatura, hicieron creer a ETA que, esta vez sí, España se tragaba sus trampas y mentiras. Pero cambiaron las cosas y lo que permanece, y bien que lo sabe ETA, es aquello de que «la sombra del tricornio es alargada», como inmortalizó un oficial del Cuerpo.
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