Bruselas
Rajoy: «La reforma laboral es justa buena y necesaria»
Rajoy responde a las movilizaciones sindicales que no frenará los cambios que España necesita
Los sindicatos se ponían ayer por primera vez al frente de la pancarta contra la reforma laboral y al tiempo el presidente del Gobierno cogía por los cuernos el liderazgo de la defensa numantina de todas sus decisiones, también las que afectan al mercado de trabajo. Ayer Rajoy contestó a los que le han reprochado que no diera la cara desde el primer día para explicar la revisión de promesas electorales tan simbólicas como la de que no subiría los impuestos y no abarataría el despido. Y también solemnizó ante los españoles, y ante Bruselas y ante los mercados, que no frenará sus ajustes por la presión en la calle de los sindicatos y de la izquierda.
El Gobierno tiene asumido que las protestas irán a más a medida que avancen los meses: habrá más decisiones impopulares en los Presupuestos que se presentarán a finales de marzo; y aún más para el verano, cuando tengan que entregar el proyecto presupuestario para el próximo ejercicio. Y en este año no se creará empleo.
La suma de los factores no deja otro producto que un descontento creciente, al que Rajoy empezó a combatir ayer sin edulcorantes. Y sin dejar de estar convencido de que la prioridad para España es mantener tranquila a la fiera de la desconfianza internacional: todo lo que ha hecho hasta ahora lo ha hecho con la mirada puesta en la reacción de Bruselas y de los mercados. Hoy sigue convencido de que la Comisión Europea revisará nuestros objetivos de déficit para 2012. Su discurso de la clausura del Congreso de Sevilla ha sido sin lugar a duda el más contundente y combativo que se le ha escuchado en esta Legislatura. Con recados, por cierto, para varios actores. Por supuesto, para los sindicatos y para la izquierda, que casi a esa misma hora se echaba a la calle. «Nadie va a frenar la tarea de Gobierno en la que los españoles han puesto sus esperanzas», les advirtió, al tiempo que presentaba la reforma laboral como «justa, buena para España y necesaria». Su músculo es la mayoría absoluta y la convicción de que los españoles siguen mayoritariamente detrás de él porque no ven otro camino que su política para salir de la crisis. «No van a desaprovechar esta oportunidad ni se van a poner zancadillas a sí mismos».
Rajoy sigue sosteniendo que esta reforma laboral no creará empleo a medio plazo, pero ayer la defendió a ultranza. Mirando a Europa con un ojo, y con el otro, a los parados, a los que garantizó que es una barrera para que no continúe la destrucción de empleo y es la base para que en el futuro su Gobierno les pueda decir que van a recuperar su puesto de trabajo. «No se lo puedo decir aún, pero estoy poniendo los medios para que pueda llegar el día en que se lo digamos».
La pedagogía la dosificó por capítulos. A los españoles, pero sobre todo a sus votantes «pata negra», los más decepcionados y también los más afectados por la subida de impuestos, les dijo que adoptó esa decisión porque «muchas personas necesitan una oportunidad». El recorte del gasto público lo justificó como una medida para garantizar que siga habiendo dinero para salvar el Estado del Bienestar, las pensiones, la sanidad y la educación. Y la «rigurosa» reforma laboral la explicó en la necesidad de buscarle una salida a «toda esa gente que se alinea en la cola del paro».
El cierre de un congreso organizado por y para Javier Arenas y sus intereses en las elecciones andaluzas –en el que se lanzó la campaña pidiendo ya formalmente el voto para el PP– fue también la confirmación de que en el camino esperan más sacrificios, que Rajoy se comprometió a aplicar «con justicia», pero «sin vacilaciones» y «entre todos». Este Gobierno no vende brotes verdes ni esperanzas, sino que prefiere seguir concienciado a la ciudadanía de que lo peor puede estar por venir. España no ha tocado aún fondo, advirtió Rajoy, y él hará «cuanto sea preciso» hasta que «el problema esté resuelto y España encarrilada».
Quedó muy claro que el principio de que España no tiene otra salida que transitar por el camino de sus reformas para salir del túnel, y que hay que tener paciencia hasta que las reformas den resultados, será su escudo frente al movimiento que los sindicatos pusieron ayer en marcha en la calle. «Estamos trabajando en tres frentes, y en los tres a la vez: frenar la caída, iniciar la recuperación y preparar el modelo de futuro que necesitamos», comentó.
Pero Rajoy sabe –como cuentan en Moncloa– que la credibilidad de sus promesas depende de lo que tarde la creación de empleo.
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