Athletic de Bilbao

No hubo duelo por Julián García Candau

La Razón
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No hubo caso. El duelo Falcao-Llorente se resolvió en medio partido. Radamel, cuyo nombre podría ser emparentado con faraones, se convirtió en poco más de media hora en tirano para el Athletic. La diferencia fundamental estuvo en el hecho de que mientras Godín y Miranda pudieron anular al riojano, Amorebieta y Javi Martínez no lo hicieron con Falcao. Éste marcó dos goles en dos jugadas en las que burló a los defensores con gran habilidad y con ello no sólo confirmó su indudable calidad, sino que, además, ganó la Liga Europa por segundo año consecutivo. Falcao no es sólo un rematador y especialista en los goles de cabeza. En el modo en que se libró de los zagueros del Athletic mostró ingenio e improvisación para resolver un problema como lo hacen atacantes a quienes se adjudican las mayores virtudes. Sus dos recortes, el engaño, la búsqueda de posición para el remate, fueron instantes para recordar. Ciertamente, la defensa vizcaína no fue la más ordenada, la más contundente que se precisa para despejar sin contemplaciones con el fin de alejar el peligro. Ni siquiera recurrió a ayudas para imponerse a Falcao. A un delantero como el colombiano no se le pueden conceder milímetros para que controle el balón y halle el hueco por el que tirar a portería. Iraizoz no pudo hacer nada en ninguna de las dos ocasiones. El Athletic salió muy nervioso, no precisó los pases. Le costó salir de su campo con el balón controlado y ello le obligó en ocasiones a lanzar balones en largo. Herrera e Iturraspe no hallaron facilidades para engarzar el juego. Sólo hacia el final asomaron las garras, pero Diego cortó toda ilusión.