Operación Lezo

Para González no habrá cien días de gracia

Apenas han transcurrido diez días desde que el nuevo Gobierno regional echara a andar y en menos de un mes tendrá que presentar su prespuesto para 2013. El presidente ya ha dejado sus marcas: huye de los personalismos y quiere un equipo con los pies en la calle

El presidente regional, Ignacio González, en su primer Consejo de Gobierno flanqueado por Salvador Victoria (dcha.) y Enrique Ossorio (izda.)
El presidente regional, Ignacio González, en su primer Consejo de Gobierno flanqueado por Salvador Victoria (dcha.) y Enrique Ossorio (izda.)larazon

MADRID- El nuevo Gobierno de la Comunidad de Madrid apenas ha cumplido diez días e Ignacio González, el nuevo «capitán» de la nave regional, ya ha impuesto su estilo. El presidente, incondicional del «pico y pala» de su predecesora, Esperanza Aguirre, se ha volcado estos días en cuadrar la estructura de su nuevo Ejecutivo. Un equipo en el que se han suprimido cuatro viceconsejerías, ha creado una nueva y ha fusionado varias direcciones generales. Además, en el nuevo Gobierno áreas como Vivienda, Juventud o Deportes han cambiado de cartera. Pero el trabajo en el que González ha tenido que pisar el acelerador para evitar «daños colaterales» no está aún terminado. El mismo viernes en el que sus ocho consejeros tomaron posesión, les reunió en una comida informal e improvisada en la Puerta del Sol. En la llamada sala de apoyo al Consejo de Gobierno –la misma donde hace meses Aguirre se reunió con Michael Leven, el emisario del empresario de Las Vegas Sands, Sheldon Adelson– González quiso dejar clara su hoja de ruta para la legislatura entre pinchos de tortilla y otros aperitivos. Es precisamente esta capacidad de trabajo, o de encontar un hueco entre obligación y obligación para cerrar otros asuntos, la característica que mejor define al nuevo presidente regional, según algunos de sus colaboradores más cercanos.

El jefe del Ejecutivo autonómico se ha mostrado firme con sus consejeros, los quiere en la calle, explicando a los ciudadanos el porqué de cada una de las decisiones que tomen, consciente de que la crisis no le va a dejar hacer uso ni de cien días de gracia. Lo mismo desea de la labor de sus viceconsejeros, los miembros de un gabinete cuyos nombres están aún a falta de confirmación definitiva (igual que el nombre del presidente del Canal de Isabel II) y que han convertido esta semana su despacho en un ir y venir de consejeros.

No quiere tener una agenda pública tan abultada como la de Aguirre, pero en los planes de González no está ni mucho menos esconderse entre los muros de la Real Casa de Correos, donde esta semana recibió a los sindicatos, al representante de la patronal, Arturo Fernández, y a los representantes de los ayuntamientos madrileños. Este mismo jueves, almorzando en la cafetería de la Asamblea en presencia de todos los diputados que quisieron acercarse y del personal de la Cámara, dieron fe de ello. Unos minutos –previos a su primer pleno como número uno de la Comunidad tras su sesión de investidura– durante los que también recibió las propuestas de parlamentarios y consejeros. Pero, sin duda, la mayor preocupación de González ahora mismo son los presupuestos, una tarea en la que embarcó el pasado viernes a todo su Gobierno hasta pasadas las diez de la noche y en la que ha revelado su meticulosidad. Quiere conocer los detalles de todas las partidas, analizar las áreas en los presupuestos que se puedan reducir, o incluso eliminar, y para ello no duda en someter a su Ejecutivo a un «tercer grado» a fin de separar la paja del grano. Ésta es, según las fuentes consultadas, otra de las señas de identidad del González presidente que ha preferido huir de personalismos a la hora de elaborar su gabinete. Quiere, aseguran desde la Puerta del Sol, un equipo sólido y leal a los principios que han dirigido la Comunidad durante los últimos nueve años. Dos cualidades que se cumplen en los hombres que ha elegido como sus manos derecha e izquierda en el Consejo de Gobierno, Enrique Ossorio (titular de Economía y Hacienda) y Salvador Victoria (portavoz y consejero de Presidencia y Justicia), y que se completa con otros nombres de su total confianza, como Lucía Figar (Educación) o Javier Fernández Lasquetty (Sanidad), con el que trabaja codo con codo desde la etapa de ambos en el Ayuntamiento de Madrid.

Si esta semana ha sido frenética, la próxima no lo será menos. Dos citas con el Rey, una en Zarzuela y la segunda, durante el desfile del 12 de Octubre, centrarán la agenda del presidente, que tiene marcada una fecha en rojo: 1 de noviembre, entrega a Hacienda de los presupuestos.

 

La calculadora regional
Enrique Ossorio
Ya trabajó en la Comunidad con Gallardón y Aguirre, siempre a la sombra del económico Antonio Beteta, pero ahora Enrique Ossorio tiene una misión compleja e importante a partes iguales. Quizá la más difícil de su carrera: cuadrar el presupuesto para 2013. Con el «no» del Gobierno central, que niega a la Comunidad los 992 millones de las arcas generales que le reclama el Ejecutivo de Ignacio González, afronta una carrera contrarreloj cuyos resultados se conocerán a más tardar el 1 de noviembre, la fecha límite de entrega de las cuentas de todas las autonomías en el Ministerio de Hacienda.
Esta semana ya ha empezado con su labor como nueva calculadora regional y durante todo este mes Ossorio tendrá que «enfrentarse» con sus compañeros del Consejo de Gobierno –a nadie le gusta ser la el titular de la cartera
elegida para rascar presupuesto–para arañar hasta el último decimal.
 

El «confesor» del Gobierno
Salvador Victoria
Hasta en sus primeras horas como consejero de Presidencia y Justicia y nuevo portavoz de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria dio muestras de su fidelidad a Ignacio González. Fue de los primeros en pasar por el despacho del presidente en Sol para conocer su futuro y tras resolver su «ascenso», prefirió salir a correr 17 kilómetros por la Casa de Campo para evitar la tentación de hablar con nadie de sus nuevas responsabilidades, ni siquiera con su mujer, a la que no cogió el teléfono hasta última hora, reconoce de una tarde en la que los nervios no dieron tregua al hambre. Pero quizá lo más curioso del nombramiento de Victora se produjo después del «entrenamiento». Para hacer tiempo mientras González llamaba a todo su Gobierno, salió a pasear por las calles del centro de Madrid, llegó a entrar en la Fnac a hojear algunos libros para después, ya exhausto, entrar en una iglesia junto al Ministerio de Asuntos Exteriores donde esperó la nueva llamada del presidente para firmar los decretos de los consejeros. Casualidad o no, él es ahora como portavoz el «confesor» de todo el Ejecutivo regional.