Sevilla
Madrugá de paraguas y esperas en los templos
Desde las primeras horas de la noche los fuertes chubascos no dejaron alternativa a las cofradías de la jornada.
No hubo ni un atisbo de oportunidad para las cofradías de la Madrugá. La noche del Jueves Santo ya anunció que las horas posteriores serían para los paraguas y las esperas en los templos.
Lluvia y más lluvia sobre las calles del centro, por las que iba y venía una marea humana que hacía conjeturas sobre la posible salida procesional de las hermandades. Los armaos, en su tradicional recorrido, vivieron uno de los momentos más importantes cuando llegaron hasta las puertas de la basílica de Jesús del Gran Poder, donde le esperaban los hermanos del Señor de Sevilla. Lágrimas en los rostros de la Centuria de la Macarena de camino al atrio en el que esperaba la Virgen de la Esperanza. El resto, un ir y venir de nazarenos de las distintas cofradías de la noche más esperada. Túnicas y capirotes mojados en las inmediaciones de la plaza de San Lorenzo, en la calle Pescadores, en Bailén, Bécquer, Gallos y Pureza, que iban buscando un hueco entre las muchas personas que se apostaban a las puertas de las iglesias. Desde el año 1933 no sucedía algo similar, aunque, más recientemente, habría que remontarse hasta 1998 y 2004, cuando la lluvia trastocó los planes de la Madrugá, aunque sí salieron algunas cofradías.
Como no podía ser de otra manera, la esperanza de los sevillanos y los cofrades estaba en la Resolana y en Triana. En ambos lugares se vivía una larga espera hasta que las respectivas juntas de gobierno decidieron que este año no habría nazarenos morados y verdes en la calle. Poco después de la medianoche, Manuel García, hermano mayor de la Macarena, daba la mala noticia: la hermandad no saldría, al igual que la Trianera, donde se vivieron momentos de incertidumbre, cuando hasta la capilla de los Marineros llegaron las bandas que acompañan a los pasos a los sones de «Esperanza de Triana Coronada». La visión de los músicos hizo que el público presente creyera que había alguna oportunidad, pero a las 02:30 horas, con una fuerte tormenta en la calle, Adolfo Vela, hermano mayor, también se sumaba a la decisión de los macarenos. El efecto dominó continuó y el Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud se llenó de tristeza al conocer, por las palabras del hermano mayor, José Moreno, que este año no se vería en Sevilla el rostro moreno de «El Manué».
En el otro lado, las hermandades de negro: El Silencio –la primera en anunciarlo–, El Gran Poder y El Calvario tuvieron claro que no habría ninguna oportunidad, y los nazarenos volvieron «por el camino más corto» hasta sus hogares. De las tres, sólo la del Gran Poder decidió abrir las puertas para que se pudieran visitar las imágenes. La gente se agolpaba en las puertas esperando ver al Señor, un momento que sucedió a las 02:00 horas y que duró hasta las cuatro de la Madrugá, cuando la junta de gobierno, con Enrique Esquivias a la cabeza, decidió cerrar el templo. La tristeza llenó todo cuando las calles se quedaron desiertas ante la ausencia de las tradicionales cofradías.
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