Desempleo juvenil
«Soy Down y estoy buscando un trabajo»
Las personas con discapacidad se ofrecen a los empresarios en Youtube
MADRID- «Hola, mi nombre es Luis Castro y estoy buscando trabajo». Así se presenta un joven discapacitado en un «video currículum» colgado en Youtube por la Fundación ONCE, dentro de una campaña en las redes sociales para llamar la atención de los empresarios sobre la importancia de la integración laboral.
Castro sólo representa un papel, pues ya tiene trabajo y utiliza un nombre ficticio. La Fundación Once pretende que sea la voz de las miles de personas discapacitadas que buscan un empleo. Sin embargo, muchos de los inter-nautas que han visto el video, que tiene casi 50.000 visitas, han asumido que este joven subió el video por iniciativa propia, y le han dejado comentarios con mensajes de ánimo, aunque ya hay quien ha advertido en la red que el chico ya tiene empleo.
En el video, el chico asume el hecho de que los empresarios le contratan para pagar menos impuestos, algo que califica de positivo. «La principal razón es una subvención de 3.900 euros, una deducción de 6.000 euros en el Impuesto de Sociedades y una bonificación de 5.000 euros en la Seguridad Social». Pero no le importa, al contrario, lo ve como una oportunidad para demostrar lo que es capaz de hacer, según cuenta en el montaje.
Muchas más ventajas
Aunque esta puede ser la motivación principal de las empresas para integrar a personas discapacitadas en su plantilla, la realidad es que trae más ventajas. Según declaró la responsable de Empleo de la Fundación ONCE, Sabina Lobato, está contrastado que las empresas que han puesto en marcha programas de integración, han percibido una mejora en el clima laboral. Además, este colectivo «aporta talento a las empresas», ya que estas personas han tenido que superar muchas barreras para alcanzar sus metas, lo que les ha obligados a desarrollar su ingenio. Otra ventaja es que, al tener una persona discapacitada en plantilla, la empresa detecta las necesidades de este colectivo y tiene oportunidad de desarrollar productos y servicios adoptados para ellos.
Aunque el impacto de la crisis en el desempleo de este colectivo ha sido ligeramente inferior al global, hay que tener en cuenta que partían de una peor situación. Entre 2009 y 2010, la tasa de paro aumentó entre los discapacitados un 1,5 por ciento, del 21,8 al 23,3 por ciento. La tasa de desempleo general creció en dos puntos porcentuales. Entre los jóvenes, el paro del colectivo supera con creces al global. El desempleo entre los discapacitados de entre 16 y 24 años es del 51,7 por ciento, más de diez puntos por encima de los que no sufren discapacidad.
Uno de los problemas de este mercado de trabajo es el incumplimiento de la legislación vigente, que establece que las empresas con más de 50 trabajadores tienen que contratar a un 2 por ciento de su personal con alguna discapacidad. Sin embargo, según estimaciones de la Fundación ONCE, esta cifra es aproximadamente de un uno por ciento, aunque no hay un dato oficial.
No buscan trabajo por miedo
El principal problema del mercado laboral de este colectivo no es el paro, sino la baja tasa de actividad. Uno de cada tres busca trabajo o lo tiene, mientras que entre la población general lo hacen tres de cada cuatro. Se debe a que no pueden compatibilizar prestaciones y salarios, y tienen miedo de no poder recuperar las ayudas si pierden su empleo.
Iván. Trabaja en una imprenta
«No paro de moverme, hay que intentar avanzar»
Este joven no para en todo el día. «Actualmente, estoy trabajando en una imprenta y cuando termino me voy a dar clases de informática a niños de entre 5 y 12 años». Su sueño es sacarse el graduado escolar para ser monitor de tiempo libre y, en el futuro, vivir en una casa en el campo, lejos de la ruidosa vida urbana. «No hay que encerrarse en uno mismo, hay que no rendirse, aunque las cosas no vayan bien. Yo lo intento y he conseguido ser feliz».
Azucena y Miguel Ángel. Se aprovecharon de ellos en el trabajo
«Nos tenían trabajando más horas por ser discapacitados»
Han conseguido ser independientes. «Estuvimos en una empresa en la que fabricábamos casetas para animales y se aprovecharon de nosotros. Fue una experiencia dura, pero allí conocí al amor de mi vida», confiesa Azucena. «Somos discapacitados, pero no tontos y, aunque tardemos más que otra persona, si nos lo proponemos, podemos llegar a donde queramos», afirma Miguel Ángel.
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