Barcelona
Guerra en los banquillos
Guardiola comenzó ayer a pagar una deuda que adquirió la pasada temporada. «Os debemos una», aseguró durante la celebración de la última Liga a los «culés». La eliminación ante el Inter aún escocía, pero las miradas ya estaban puestas en el futuro.
Lo que no pudo ser en el Bernabéu podría darse en Wembley, un estadio escrito con letras de oro en el libro de historia del Barcelona. La remontada que no pudo ser contra el Inter, fue contra el Arsenal. El Camp Nou ha recuperado su magia.
Los problemas de espalda de Guardiola le obligaron a alterar la rutina habitual en días de partido europeo en casa. El técnico no durmió la noche anterior en el hotel de concentración, sino que se reunió con sus hombres en el entrenamiento matutino en el Camp Nou. Tampoco dio la charla previa en el hotel, antes de partir rumbo al estadio, como suele hacer, sino que ofreció las últimas consignas ya en el mismo vestuario.
Antes del partido, toda la atención la centraba la posible titularidad de Van Persie. Los juegos de Wenger habían dejado en el aire su participación. Pero al más puro estilo Panorámix, su grave lesión de rodilla se curó milagrosamente con una poción de los servicios médicos del Arsenal. En las entrañas del Camp Nou empezaron a correr los rumores nada más llegar la expedición inglesa. El holandés apuntaba al once. Rumores que confirmó la UEFA al entregar las alineaciones del choque.
Lo que nadie esperaba, sucedió. Van Persie era titular. Aunque todos estos «juegos mentales», como los denominó el lunes el propio Wenger, no valieron para nada. Su delantero sólo vio la pelota pasar por delante suyo una y otra vez, y, encima, acabó expulsado. Cesc tampoco la olió, y abandonó el campo silbado por la afición local.
Todo lo ocurrido con Van Persie no había gustado nada a Guardiola, y la tensión que hubo en la sala de prensa el lunes se trasladó ayer a los banquillos. «Felicita al árbitro», le dijo Wenger a Guardiola cuando fue a darle la mano al acabar. El francés estaba muy caliente con la labor de Busacca. La segunda amarilla a Van Persie le sacó de quicio. «Es una vergüenza», dijo. «Si se quiere quedar con eso, le entiendo, pero no han dado tres pases seguidos ni han chutado a puerta», le contestó luego Pep.
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