Cuenca
La monja a la que defendió la reina María Cristina
Un libro rescata a sor Patrocinio, que realizó una ingente labor social«Sor Patrocinio»Sor María Isabel de Jesús Homo Legens703 páginas, 24 euros.
A pesar de la documentación que existe sobre ella, se conoce apenas un pequeño porcentaje de lo que fue su rica y apasionante vida. En la pila bautismal recibió el nombre de María Josefa de los Dolores Anastasia, junto con los apellidos Quiroga y Capopardo. Cuando profesó pasó a adoptar los nombres de sor María Rafaela de los Dolores y Patrocinio, aunque es más conocida como «la monja de las llagas». El personaje cobra actualidad tras la nueva revisión de sus apuntes biográficos escritor por su secretaria, sor María Isabel de Jesús, edición a cargo del catedrático Javier Paredes y cuyas notas ha actualizado el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo, Alberto Bárcena. El 27 de abril de 1811 nació en San Clemente de la Mancha (Cuenca). Sus padres se vieron forzados a huir hacia Madrid. La guerra y la persecución política así lo determinaron. Es en 1826 cuando ingresa en las Comendadoras de Santiago y sólo tres años después recibe su primera llaga en el costado izquierdo. Uno más tarde ya las tiene en pies y manos y grabada la corona de espinas en su cabeza. Sus experiencias místicas son vistas con recelo. «El día 30 de julio del mismo año 1829, fiesta de San Abdón y San Senén, estando la bendita novicia en la oración de comunidad (...), llegaron a tanto las inflamaciones de amor en su alma pura a la vista de Jesucristo que abriendo brecha en el pecho le quedó impresa en el costado una llaga semejante en un todo a la del mismo amorosísimo Redentor de la vida», se lee en el volumen.
Duro proceso
Sus éxtasis y padecimiento son reseñados. Los segundos los disimulaba, jamás se quejó de nada, aunque le costara entre 1835 y 1836 un durísimo proceso por «una postura artificiosa y fantática y una tentativa de subvenir el Estado y favorecer la Causa del Príncipe rebelde» cuyo objetivo era hacerle confesar lo inconfesable: que las llagas se las había provocado ella. La persecución de Sor Patrocinio fue incesante, fue condenada y sufrió el destierro, primero hacia Santa María Magdalena en Madrid y, un año después, hacia Talavera de la Reina. Entre idas y venidas, es visitada por la reina María Cristina y su hija, Isabel II, ya mayor de edad. Su relación fue estrecha, pero nunca, como se ha dicho, tuvo que ver en la política de la época. La propia monarca la escribe así: «Dicha santa madre (...) jamás quiso mezclarse en política; y yo declaro que los que hayan querido decir o hayan dicho que había intervenido en asuntos políticos son unos viles y calumninadores».
Gran labor educativa
Vivió siempre alejada de lujos y fastos. Al contrario, consagró sus fuerzas a los más débiles, de ahí que se le debe la enseñanza gratuita para las niñas más desfavorecidas, que implantó en los conventos que fundó (Alcázar de San Juan, Puebla de Alcocer, Almonacid de Zurita, Cabeza de Buey...). Su causa de beatificación sigue su curso en las instituciones competentes de la Iglesia.
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