Bruselas
Paul Theroux: «El tráfico de seres humanos es la esclavitud del siglo XXI»
Paul Theroux se encuentra en el último lugar donde le buscarían sus seguidores: sentado en un restaurante de un centro comercial. A su lado, hay un sombrero, y en su rostro, una seriedad fingida que no concuerda con su fama y que se desvanece al hablar. De su bolsillo extrae un iPhone. Pasa fotografías con un gesto de indiferencia o de tristeza velada. Pertenecen a un lugar que la historia visitó hace décadas, cuando el periodista James Agee y el fotógrafo Walker Evans visitaron el sur de EEUU para registrar el impacto de la crisis del 29 entre los desfavorecidos. «Hale Country», pronuncia. Y él mismo lo escribe en la libreta. «No ha cambiado nada», asegura, cuando reflexiona sobre su última aventura. «He estado en los mismos lugares que ellos. Mira esta casa. ¿La ves? Es paupérrima. Y esta gasolinera. ¿Qué me dices? Todo sigue igual que entonces».
–¿Por qué emprendió esta ruta?
–Los políticos en Estados Unidos siempre hablan de las clase media, pero, sin embargo, en mi país hay muchísima gente pobre. No tienen cuidados sanitarios y la educación que reciben es deficiente, con escuelas muy malas. ¿Por qué ir a África o Brasil?, me pregunté, ¿por qué no viajar por mi propio país? Existen partes de él que continúan siendo muy extrañas para mí.
–Y el mundo está cambiando.
–Sí. La vida tradicional está desa-pareciendo del planeta. La ventaja de viajar es que eres testigo de esas transformaciones. Ahora se piensa que la modernización hace que un lugar sea más interesante, pero la idea de que modernizar es avanzar no es cierta. Hace poco fui testigo de cómo el Primer Ministro de Portugal acudió de visita a Angola para pedir dinero. No fue a Bruselas, sino a la colonia. Ese es otro cambio. ¿Quién lo pensaría? Algo que también he presenciado son las nuevas aglomeraciones urbanas. Nigeria, por mencionar un país, tiene una población enorme. Dentro de poco alcanzará los trescientos millones de personas. Es un problema.
–Se han puesto de moda los viajes con actividades de riesgo.
–Eso no es viajar. Es una aventura. Para viajar necesitas descubrir y encontrar algo. Si aprendes algo es un viaje.
–¿Y los viajes de turismo sexual?
–Hay muchos países desesperados. Pobreza y mujeres guapas es una mala combinación. Ocurre en lugares con dificultades. En Suecia ahora hay mujeres blancas que viajan a Gambia buscando hombres negros. La explotación ocurre en esos sitios. No existen en Japón, por ejemplo. Los japoneses se van a Filipinas. Eso se llama desigualdad económica.
–¿El turismo sexual es la esclavitud del siglo XXI?
–Sí, para algunas, sí. Y el tráfico de personas. En México hay carteles de la droga que se dedican al tráfico de seres humanos. Es una verdadera esclavitud.
–¿El nuevo sistema financiero está modificando en un sentido o en otro los países?
–No, no necesariamente. Aunque si lo haces, sí estás aumentando las desigualdades entre las naciones ricas y las pobres. Pero los verdaderos factores que están detrás de los cambios que afectan ahora al planeta son la avaricia y, sobre todo, el egoísmo. Los intereses personales. Yo no quiero ser pesimista, pero eso es lo que influye.
En coche por la literatura
James Ellroy y Paul Theroux han sido dos de los escritores invitados al ciclo «Literatura y automóvil», patrocinado por la Fundación Eduardo Barreiros y la Fundación Mapfre. Un encuentro que ha reunido estos días Cees Nooteboom, Eduardo Mendoza y Enrique Vila-Matas. A través de ellos se ha analizado el papel que los coches han desempeñado en las últimas décadas en la literatura.
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