Cataluña
La sombra del Estatut
No es que uno no vea la necesidad de un adelanto electoral, sino que ve también un peligro en que éste llegue sin que el Constitucional se pronuncie sobre el Estatut. Si malo puede ser ese fallo, peor será su postergación. Mientras la sombra de esa sentencia planee sobre el electorado catalán a mí me parece una temeridad pedir elecciones anticipadas, porque dicho electorado ha tenido siempre un peso decisivo dentro y fuera de Cataluña. Por esa razón no debe acudir a las urnas cautivo de una sentencia que le va a afectar no ya en lo político sino en lo económico y más en una época de crisis como ésta. El Estatut sería un factor capaz de desvirtuar unas elecciones que, paradójicamente, nunca como ahora tendrían un sentido tan nacional: el que demanda una situación alarmante. Las convertiría en un plebiscito en lo que toca a Cataluña donde ya huelen a plebiscitarias las autonómicas. Nos jugamos demasiado los españoles en las próximas elecciones como para permitirnos tal factor de distorsión similar al que produjo el «voto útil nacionalista» en las del 2008. Nos jugamos demasiado como para que no sea la sensatez sino el interés económico, que no tiene patria, lo que se pronuncie en ese adelanto electoral. Mientras el Estatut se escaquee de sus jueces, estaremos ante unas «elecciones-trampa». Como es una trampa el propio Estatut en un momento en que quien lo impulsó habla de recortes económicos a las autonomías.
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