Actualidad

Gesto de Rajoy hacia el enviado de Mohamed VI

La Razón
La RazónLa Razón

MADRID- La relación bilateral con Marruecos arrancó ayer de la mejor forma posible. El encuentro, no anunciado pero sí previsto, del presidente Rajoy y el «número dos» de Exteriores marroquí, hombre de confianza de Mohamed VI, en Moncloa demuestra que las intenciones son buenas. El hecho de que Youssef Amrani haya sido el primer líder extranjero en pisar la sede del Gobierno español ha sido interpretado en medios diplomáticos como un «claro gesto» hacia Rabat. El encuentro sirvió también para preparar la visita del presidente del Gobierno a Rabat el próximo miércoles. Rajoy se verá con toda la cúpula del poder alauí, incluido el Monarca, y con su homólogo recién elegido, el islamista moderado Abdelilah Benkiran. Después de la reunión, a la que también acudió el jefe de Gabinete, Jorge Moragas, el viceministro de Exteriores y ex secretario general de la Unión por el Mediterráneo (UpM) se trasladó al Palacio de Viana para reunirse con el jefe de la Diplomacia española, José Manuel García-Margallo. Según fuentes diplomáticas, la reunión transcurrió en «la mejor atmósfera posible» y ambas partes volvieron a reiterar la «voluntad compartida» de «profundizar» en las relaciones, «ya muy estrechas». García-Margallo planteó que ambos países deben esforzarse en buscar «soluciones imaginativas» a los problemas y recordó la importancia del buen entendimiento entre la UE y Rabat. El encuentro, en buen tono y «protocolario», no versó no obstante ni sobre el acuerdo de Pesca ni sobre los escollos que suelen obstaculizar el entendimiento mutuo, como la tensión fronteriza en Ceuta y Melilla, la posición española sobre el conflicto del Sáhara Occidental o el control de la inmigración ilegal. Las posibilidades de negocio sí centraron en cambio la reunión, dado que España es el segundo socio comercial e inversor en Marruecos. La crisis económica en España y la tímida apertura política en Marruecos, forzada por la presión de las «primaveras árabes» que están transformando el Magreb, parecen ayudar a que la relación entre dos Gobiernos, recién elegidos en las urnas, haya comenzado en luna de miel. Tal y como mandan los cánones.