Sevilla

El pronóstico no falla y las cofradías asumen la fatalidad

La veintena de hermanas de La Quinta Angustia no pudieron estrenarse con el hábito nazareno.

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SEVILLA- «Han dado lluvia hasta las nueve de la noche», «Yo he visto en internet que a las seis hay una tregua», «El frente va a pasar y a última hora de la tarde dejará de llover», «El Valle y La Quinta Angustia seguro que salen»... Cada sevillano tenía ayer su particular pronóstico en una tarde en la que la lluvia rompió por completo el Jueves Santo. Ninguna cofradía pudo hacer estación de penitencia porque las precipitaciones, que cayeron incesantemente desde la mañana, se encargaron de aguar las pocas ilusiones que albergaban los nazarenos de la jornada.

Desgraciadamente, las cofradías del Jueves Santo están acostumbradas a la incertidumbre meteorológica. El día central de la Semana Santa, el de la visita a los sagrarios, el de los paseos con mantilla y los nervios en el cuerpo ante la inminencia de la Madrugá se ha ensombrecido en la última década en años alternos. Ninguna hermandad se ha salvado del mazazo del agua, el único elemento capaz de frenar la tradición. Pero la inestabilidad no cogió con el pie cambiado a ninguna junta de gobierno. Desde el mismo Domingo de Ramos ya se anunciaba que los últimos días de la Semana Santa serían de lluvia. Además, ya se contaba con el precedente del Martes Santo, una jornada en la que ninguna cofradía pudo hacer estación de penitencia y, la que lo intentó, se mojó nada más salir de su templo.

Con el cielo encapotado, los nazarenos que llegaban a la capilla chorreando y las caras de desencanto, la hermandad de Las Cigarreras fue la primera en comunicar la peor de las noticias. Era el último Jueves Santo de Antonio Perianes como hermano mayor y se despidió con la decisión más dura, aunque no fue la primera vez que la tomó. El cuerpo de nazarenos acogió el anuncio con un silencio sepulcral. Ni aplausos ni muestras de dramatismo. Era esperable. Muchos rezaban ante Nuestro Padre Jesús atado a la columna y María Santísima de la Victoria, bajo uno de los palios más clásicos de la Semana Mayor. Las puertas de la capilla de la fábrica de tabacos se abrieron poco después para que el público pudiera contemplar los pasos.

La frustración subió la Ronda y se instaló en la calle Recaredo. El alcalde de Los Negritos, Eduardo García, se emocionó al comunicar a sus hermanos que este año el cortejo no saldría. Todos aplaudieron porque a las tres de la tarde llovía incesantemente. La calle Guadalupe no pudo acoger al cortejo de nazarenos blancos con escapulario azul. La corporación había previsto cambiar su itinerario para pasar por esta calle, en vez de seguir por Recaredo y girar hacia Puñonrostro. No pudo ser.

Las hermandades de Montesión y de La Exaltación no consumaron la permuta de puestos que iba a servir para descongestionar la zona del Salvador tras la salida de Pasión. La cofradía de la calle Feria tenía prevista su salida a las 16:45. Retrasó la decisión de salir media hora para ver la evolución de los pronósticos. Fue la corporación que más esperanzas albergó, porque la intención, según su hermano mayor, Rafael Buzón, era procesionar «si había algún clarito». Pero la realidad es tozuda. Nuevamente, un hermano mayor con un micrófono en la mano para comunicar que no se efectuaría la estación de penitencia.

La Exaltación tenía previsto salir dos horas más tarde de lo habitual. Esas dos horas sirvieron de prórroga interminable, con el ruido de fondo del agua que caía en el compás del antiguo convento de Los Terceros. Santa Catalina, su sede canónica, todavía tendrá que esperar. La cofradía se ha amoldado a la perfección a un templo espacioso en el que el cortejo, poco numeroso, puede formar sin problemas. Al final, los mismos lamentos y las lágrimas que se venían derramando desde primeras horas de la tarde.

La primera parte de la jornada ya estaba mutilada. Las cuatro cofradías con música y con un carácter más popular se habían quedado en sus templos. Al final de la tarde se empezaron a abrir grandes claros, intercalados con nubes negras que descargaban durante minutos.

El sol que asomaba tímidamente no ilusionó a la junta de gobierno de La Quinta Angustia, que decidió la suspensión de la salida sin pedir una demora. En la parroquia de la Magdalena se iba a producir el gran estreno de la Semana Santa, el de las mujeres nazarenas tras el decreto promulgado por el arzobispo, Juan José Asenjo. Una veintena de hermanas vistieron la túnica morada, pero su primera estación de penitencia tendrá que esperar.

El hermano mayor de Pasión, Javier Criado, fue el que puso la nota distendida a la jornada. Al dirigirse a sus hermanos de Pasión, dibujó un curioso pronóstico meteorológico, recogido en su propio móvil. Anunció que se suspendía la estación de penitencia y los nazarenos aplaudieron. «Aquí no se aplaude nunca», conminó. No se pudo ver el estreno musical del palio de la Virgen de la Merced. El Valle llegó a pedir un retraso, que sirvió únicamente para confirmar que la inestabilidad se mantenía.