Ferias taurinas
Ventura a las puertas de la gesta
El hispano-luso, oreja como Cartagena, no rubrica su tercera puerta grande por culpa de los aceros
Hubo dos sin tres. Diego Ventura volvió a ejercer su magisterio en la cima del rejoneo, pero esta vez se fue a pie. Pese a no abrir la puerta grande de Las Ventas en su tercer y último paseíllo por el mal manejo de los aceros, el hispano-luso redondeó en oro de muchos quilates su gesta de tres tardes en un mismo ciclo. Tras desorejar a sus dos astados hace una semana, ayer hizo una nueva muesca paseando un trofeo en el cierre de la feria del Aniversario, donde Andy Cartagena volvió a demostrar que siempre puntúa en Madrid. El jinete de La Puebla volvió a recurrir a los mismos mimbres que tan buen éxito le reportaron hace tan sólo una semana, pero «Maletilla» y «Revuelo», aun sin desmerecer, no contagiaron esta vez al tendido. Tuvo que ser «Morante» el encargado de prender la mecha. Mordiscos de todos los colores en lomo y cuerno de la res desataron los aplausos. Un rejonazo contundente colocó el primer apéndice en el esportón.Con el quinto, se fue a la misma boca de chiqueros a recibir al animal, «Orobroy» puso la emoción en ceñidos cambios de pista y «Wellington» los quiebros. Pero no estuvo acertado con la tizona atravesando al burel. Nervioso, pinchó varias veces más y la no noticia se hizo noticia. Ventura se iba a pie después de seis puertas grandes consecutivas. Por su parte, Andy Cartagena cobró idéntico botín. Se dejó crudo a su primero con un solo rejón de castigo. Fiel a su estilo, supo conectar rápidamente con los tendidos. Idilio que «Cañero» se encargó de alargar con tirabuzones y piruetas de 360 grados. Exprimió al equino al máximo como después con «Magno» en ajustados cites de costado. Pese a clavar a toro pasado, fue lo mejor de su primera intervención, tan sólo ovacionada al marrar con el rejón de muerte.Ante el mansurrón cuarto, tuvo que ponerlo todo de su parte. Y vaya si lo hizo. La doma de «Pericalvo», precioso castaño fino de cabos y todo elasticidad, fue brillante. Más aún un ajustadísimo par de banderillas a dos manos por los adentros con «Bisbal». Colosal. De cartel de toros. Rara avis. Cuatro corridas cuatro hubo que aguardar para contemplar una suerte en peligro de extinción. Bien vale una oreja. Previamente, el lisboeta Manuel Lupi confirmó con un codicioso astado de Fermín Bohórquez que sorteó un encierro cuajado y con romana. El luso esbozó buenas maneras. Pinceladas de un toreo clásico y heterodoxo a lomos de «Whisky». Clavó rehiletes cortos en los bajos, igual que el rejón de muerte que prendió a la cuarta intentona para un saldo final de ovación, más por cuenta propia que por esmero del público.El sexto echó el telón a un mes de toros ininterrumpidos en Madrid. Un «Mimoso» que resultó áspero para el toricantano portugués, que dejó sin respiración en más de una ocasión al respetable de Las Ventas con embroques comprometidos. Obtuvo palmas para culminar este maratón de tardes de expectación, nervios en la barriga, sueños frustrados y gloria, este año justa, calle Alcalá arriba.
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