Colombia

Colombia: selva a pie de playa

El recorrido que proponemos, a través de las islas colombianas de San Andrés y Providencia, con escala en el Parque Natural Tayrona, conjuga dos realidades del Caribe: la más salvaje selva continental y las playas y arrecifes paradisíacos. Cien por cien natural

Colombia: selva a pie de playa
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Frente a las costas de Nicaragua, a tan sólo 200 kilómetros, se encuentra la Colombia más oculta. Las islas de San Andrés y Providencia, uno de los destinos más desconocidos y, por ende, exclusivos del mundo, que albergan las mejores playas de América a dos horas y media de vuelo desde Bogotá.

Una tentación que algunos logran vencer sublimados por la belleza de Cartagena de Indias, pero a la que el avezado viajero debe sucumbir. A merced de los madereros y piratas ingleses y holandeses, Henry Morgan tuvo allí su base durante casi diez años, no fue hasta el arranque del XIX cuando las islas pasaron a la jurisdicción de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá y aún hubieron de pasar varios lustros más, en 1822, para que se izase por primera vez entre sus cocoteros la enseña de la Colombia recién emancipada.

La influencia afrocaribeña se deja sentir en cada esquina nada más pisar cualquiera de las dos islas del archipiélago. Con la escocesa cruz de San Andrés como emblema y el creole como lengua de la población local, la cultura autóctona y la colombiana conviven en una armonía perfecta batida por la brisa del Caribe.

Con una población creciente, que ha obligado a limitar el éxodo de colombianos continentales deseosos de retirarse allí, San Andrés es la mayor de las islas y donde se concentran la mayor parte de las actividades turísticas y cadenas hoteleras. Pese a ello, la mejor opción para alojarse es Casa Harb, una elegante casona familiar reconvertida en hotel boutique. Con un excelente servicio de restauración, Casa Harb cuenta con cinco suites personalizadas de inspiración asiática que aseguran máxima privacidad. Relajarse en su patio y disfrutar de su piscina a la luz de la luna augura un nuevo día de esplendor.

 

Uno de los mayores atractivos de la isla mayor –junto al jardín botánico– son sin duda sus aguas turquesa y los arrecifes coralinos que las protegen. Merece la pena practicar la pesca artesanal, a mano y sedal, o embarcarse a la captura de atunes, tan abundantes como los pargos rojos y descansar, tras las abundantes capturas, en Johnny Cay, la diminuta isla de arenas blancas con más bares por metro cuadrado del mundo. Centenares de jóvenes se dan allí cita en un desenfrenado trasiego de cuerpos tostados al sol. Si prefiere más quietud, no se alarme porque a un paseo en bote, junto al acuario natural donde podrá acariciar mantarrayas, se encuentra Haynes Cay, uno de los seis cayos menores donde sirven una excelente parrilla de pescado en un ambiente más pacífico.

Providencia, 72 kilómetros al norte de San Andrés, y la minúscula Santa Catalina, unida a la isla menor por un puente, ofrece un panorama aún más atractivo si cabe. Con apenas 4.500 habitantes (los residentes en San Andrés superan los 60.000), conserva la esencia originaria gracias al orgullo de sus raizales, empeñados en que nadie levante una sola villa, por lujosa que sea, que rompa la colorida uniformidad de las cabañas antillanas. En Providencia entenderá por qué en creole local no existe el pasado ni el futuro y todos los verbos se conjugan en presente.

Tradicional punto de aguada, donde cada año atracan unos 300 barcos atraídos por los escasos 15 euros que paga cada embarcación por echar el ancla, el alojamiento más recomendable en esta isla sin hoteles se encuentra en playa Manzanillo (el Decameron Miss Mary). Junto a él, el restaurante El Divino, donde puede degustar una inmensa bandeja de cangrejo negro (que baja por estas fechas en hordas desde las montañas hacia el mar), caracol de pala (exquisito), langosta, pescado y arroz con coco por 13 euros.

Providencia cuenta con ecosistemas marinos únicos por su diversidad, merced a una barrera de 225 kilómetros, uno de los arrecifes más importantes del hemisferio occidental, que podrá recorrer en lancha junto a dos avezados pescadores locales (móvil 310 2305260). Con la pesca que consigan (abundan los peces loro, exquisitos como ceviche) ambos preparan, si usted quiere un típico rondón –pescado, harina, batata, plátano, caracoles, yuca y coco–.

Parque Tayrona Como colofón, regrese a tierra firme, hasta Santa Marta, para disfrutar de la reserva Parque Tayrona, una de las tantas maravillas naturales de Colombia y meca del ecoturismo y la relajación más absoluta. Sus cabañas en mitad de la selva y con vistas al Caribe (Ecohabs) le aseguran noches para recordar y amaneceres de postal. Con la selva a su espalda y el mar en siempre en la retina.

>> Cómo llegar. Iberia ofrece diez vuelos directos a la semana a Bogotá desde Madrid y también vuelos, vía la capital española, desde el resto de los destinos de la red. La aerolínea también dispone de código compartido a otras 8 ciudades colombianas: Armenia, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cartagena de Indias, Medellín, Pereira y Santa Marta.>> Oferta. Iberia ofrece una fantástica tarifa para volar a Bogotá desde sólo 623 euros ida y vuelta, todo incluido.>> Más cómodo. Descárgue la tarjeta de embarque en el móvil o PDA; así puede ir a la puerta de embarque, sin necesidad de llevar ningún papel. >> Más información. En iberia.com, Serviberia (902 400 500) y agencias de viaje.