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Ojos que no ven

No pude verlo y me evité un nuevo disgusto. Ares, Taboada y Mori fueron mis ojos desde el Radioestadio de Onda Cero. No hubo disgusto, pero sí berrinche.

La Razón
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Esto de ser del Atleti es una maldición bíblica. Mucho estaba durando la racha y el equipo, fiel a sí mismo, tenía que darse uno de sus baños de ridículo sideral. Perder por goleada en casa y contra un equipo en el filo del descenso es para que de una «jodía» vez alguien dé un puñetazo en la mesa en ese club. Así no hay nada que hacer, ni siquiera en la Europa futbolística de los mediocres y segundones si es que llegamos a jugar el torneo de consolación. Quique debería empezar a hacer las maletas y con él, una buena parte de la plantilla. Claro que, si de paso se larga García Pitarch, mejor que mejor. La temporada ha sido una nueva decepción. La enésima. Habrá que preguntarse en voz alta hasta cuándo la directiva, el cuerpo técnico y muchos de los bandarras que visten la gloriosa camiseta abusarán de la paciencia de los aficionados.