Sevilla
Corpus sin brillo taurino
Jueves de relumbrón en Sevilla. Tarde del Corpus y mucho calor sobre el albero de La Maestranza, pero poca raza en los toros y más aburrimiento que interés en los toreros. Una terna en la que destacó Miguel Abellán, que saludó la única ovación de la tarde tras la muerte del primero.
El madrileño, que volvió la semana pasada en Muro (Baleares) tras ser herido en el rostro en Las Ventas, dejó una faena correcta –llevada con suavidad y temple– al que abrió plaza, de buen fondo, aunque le faltó transmisión. Trazó algunos muletazos por la derecha de buen corte y redondeó con detalles de indudable estética. Poco pudo hacer con el cuarto, que llevó la cara alta y no se empleó en ninguno de los muletazos. Con semejante ganado, tan sólo pudo mostrarse afanoso y con ganas.
Juan Bautista dejó una labor más intrascendente que lucida a su primero, con el que apenas se pudo acoplar. A veces por el viento y otras por el cabeceo del toro, que le tropezaba la muleta y afeaba los intentos de un diestro que no estuvo cómodo. Tesonero y poco lucido ante el quinto, que apenas dio juego. Un toro que no humilló y con el recorrido cada vez más corto. Pareció contagiarse el francés que tampoco pudo levantar vuelo, pasando con más pena que gloria.
Por su parte, el otro madrileño del cartel, César Jiménez, se mostró muy centrado con una res de manifiesta mansedumbre, que se quiso ir y embistió a arreones. Estuvo dispuesto para sacarle algunos muletazos a base de oficio. No cambió el ritmo de la tarde en el sexto, cada vez más apagado y sin apenas emoción. Al menos, lo intentó de nuevo. Son cosas del toreo. Fecha importante y toreo como evaporado.
La Maestranza (Sevilla). Tradicional festejo del Corpus. Se lidiaron reses de Carmen Segovia, desiguales y descastados, 1º y 2º, algo mejores. Miguel Abellán, saludos y silencio; Juan Bautista, silencio en ambos; César Jiménez; silencio tras aviso y silencio. Media entrada.
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