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El erre que erre de Saura por José Clemente
Quienes provocaron en el PSOE el mayor descalabro electoral desde la instauración de la democracia no están legitimados ahora a impartir lecciones sobre las intenciones de un Gobierno que apenas acaba de empezar a andar, entre otras razones porque los errores que pretenden atribuir al adversario político han sido su propio cadalso y, aún hoy, continúa siéndolo. Me refiero, claro está, al agua, esa pata de madera de nuestra política nacional a cuyo frente Mariano Rajoy ha situado al anterior ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, quien ya que las tuvo tiempo atrás con las regiones díscolas a cualquier tipo de trasvase peninsular, mientras miraban para otro lado si el envío de recursos era para Francia o Portugal. Las declaraciones anteayer de Arias Cañete -un aperitivo del programa electoral del PP-, en las que aseguraba que la España húmeda transvasará agua a la España seca, ha desatado todo tipo de reacciones, especialmente en Murcia, donde la política hidrológica está considerada la piedra angular de todas las políticas habidas y por haber. Y es aquí donde llega el nudo gordiano de la polémica. Las interpretaciones son libres, pero las realidades son eso, realidades, y aunque a Saura y sus corifeos no les guste lo que ha dicho Arias Cañete sobre este controvertido asunto, el nuevo titular del ramo lo que ha confirmado, pese al erre que erre de Saura, es la solidaridad entre los territorios y que el agua es un bien común de todos los españoles. España tiene agua de sobra para uno, cinco o diez trasvasasen función de que se lleve agua de una cuenca a otra (Tajo-Segura, Ebro…), o diez si se aplicara el plan Borrell de interconexión de todos los ríos peninsulares. Solo el Ebro vierte al mar cada año más de 11.000 hectómetros, el equivalente a 22 trasvases de 500 hectómetros. Eso es lo que dice Cañete, no lo quiere oír Saura.
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