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La amenaza de los «lobos solitarios»
BRUSELAS- Durante los primeros minutos, la confusión que rodeó los sucesos sucedidos ayer en Bélgica empujó la memoria atrás hasta el brutal ataque sucedido en Noruega este mismo año. Un ataque impactante en el centro neurálgico de la ciudad, explosiones, un hombre caminando con traje militar con un rifle y granadas. Todo apuntaba a una reproducción de la terrible matanza de Oslo. La fortuna, la rápida intervención policial, y seguramente unos preparativos de una meticulosidad menos sangrienta y perversa que la del noruego Anders Behring Breivik dejaron sólo cuatro muertos ayer, frente a los 77 que causó Breivik. Al cierre de esta edición, un portavoz del Ministerio del Interior reconoció a este diario que desconocían las causas del ataque, que ya investigaban las autoridades judiciales. A la espera de más detalles, la irrupción de este tirador en suelo belga podría lindar con lo que alertaba el coordinador antiterrorista de la Unión Europea, Gilles de Kerchove, como el peligro creciente de los «lobos solitarios», cargados de una ideología radical. Sin embargo, miembros de su equipo indicaron a LA RAZÓN que guardaba más similitudes con otros casos de sociópatas del pasado belga, como el joven de 20 años que en enero llevó la tragedia a una guardería, donde, armado con un cuchillo, mató a dos bebés y una empleada, e hirió a otros diez y a dos cuidadoras.
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