Bilbao

Clientela con pedigrí

La Razón
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Se lamentan los visitantes a Venecia de que en estos días, con motivo del festival de cine, los precios se disparan, y que por unos espaguetis te clavan unos 300 euros ¡Vaya novedad! Que se lo pregunten a quienes viajan a Santiago de Compostela a ganar el jubileo, a ver cuánto cuesta un platito de mejillones. Es cuestión de mentalidades y, también, de sitios, de locales, de comederos, o sea, y también de lo listillos, picarones o, más bien, sinvergüenzas que sean los dueños de los establecimientos. En Bilbao, en esa semana grande (más que grande, enorme, inconmensurable y divertida) que me regalaron mis amigotes no se observaban estos comportamientos: en cuanto a precios era todo como el resto del año, normal y adecuado. Pero ahora me pregunto, ¿de qué restaurantes venecianos estamos hablando y hasta dónde estamos exagerando? En carnaval, otro momento importante en la vida de la inolvidable ciudad italiana, se supone que los comerciantes y hosteleros también se aprovechan de la afluencia de la gente que viene de todas partes. Es cierto que en el Harry's bar, sitio imprescindible para el visitante, donde a la una de la tarde es obligatorio echarse al cuerpo un «bull shot» para despertar a un nuevo día, en el Harry's, decía, el precio en carta de unos tagliollini gratinados es de 90 euros, y el de su famosísimo carpaccio de manzo, 120. Ahora, bien, si alguien acredita estar en posesión de un título nobiliario le descuentan un 50 por ciento en la cuenta. Puede parecer chocante o disparatado, pero el querido lector puede creer lo que está leyendo; quizá el señorito Cipriani era un «snobazo» de tomo y lomo y quería clientela con pedigrí, no sé.