Galicia
La madre que mató a su hijo de nueve años «no tiene sentimientos por nadie»
Los forenses que han declarado hoy en el juicio contra la madre acusada de ahogar a su hijo de 9 años en Menorca y esconder su cadáver en una maleta han afirmado que padece un trastorno antisocial y "no tiene sentimientos por nadie", al tiempo que creen que dijo la verdad cuando confesó el asesinato.
Así lo han señalado los especialistas en el último día del juicio contra Mónica J.F., la mujer gallega que confesó a la policía tras su arresto en 2010 que había asesinado a su hijo César y lo metió en una maleta que abandonó en el campo en el verano de 2008, aunque el lunes se desdijo ante el jurado de la Audiencia de Palma y aseguró que no recordaba el momento de la muerte.
Cinco forenses se han pronunciado hoy tanto sobre las posibles circunstancias del fallecimiento del niño como acerca de las características psicológicas de la acusada.
Respecto al segundo aspecto, han descartado que la mujer padezca una enfermedad mental, pero sí un trastorno de conducta antisocial, que se caracteriza porque la persona es "deshonesta, con tendencia a mentir, irresponsable, manipuladora, superficial y que tiende a una violación de los derechos de otras personas". Según su diagnóstico, Mónica sufre de "frialdad afectiva", es "inmadura"y "actúa sin pensar en los demás", un carácter "que hace mucho daño y es peligroso".
Respecto al móvil del asesinato, han explicado que encuentran "absurdo"que lo hiciera para preservar una relación sentimental que había comenzado en Menorca, ya que esta relación terminó al cabo de unos meses de la muerte del niño porque la propia acusada comenzó otra por Internet con un hombre de Barcelona, con quien se casó luego en prisión. Antes, han recordado, Mónica vivía en Galicia con un hombre con el que se iba a casar, que era el padre adoptivo de César y al que abandonó para irse a Menorca con su nueva pareja pero sin decirle que estaba con él. "Tiene que tener a dos, a uno en la recámara siempre", ha afirmado uno de los peritos respecto a su vida afectiva, y ha añadido que la visión que la gente tiene de ella no es su verdadero carácter, sino "lo que ha querido mostrar de sí misma".
En cuanto a si la mujer pudo sufrir amnesia en el momento de la muerte del niño, tal y como sostuvo en el juicio -aunque ante la policía y el juez de instrucción confesó haberlo ahogado-, los forenses lo han descartado totalmente. "No podemos creer que sufriera amnesia", ha dicho uno de ellos, que ha añadido que seguramente ella haya querido borrar este recuerdo porque "es desagradable recordar eso, y más si es su propio hijo".
Los forenses también han concluido que Mónica "tenía capacidad de distinguir lo que está bien o mal y controlar su conducta". "Ella era consciente de todo, sabía las consecuencias y decidió actuar", ha agregado una de los especialistas. Respecto a la causa de la muerte, los forenses han afirmado que el contexto en que se encontró el cuerpo del niño -dentro de una maleta abandonada en el campo y con los objetos personales del menor dentro- les lleva a descartar un accidente. "Todo el contexto apoya una sola teoría sobre la causa de la muerte", ha afirmado uno de ellos, que ha concretado que esta conclusión sería el homicidio del menor, ya que "no se da ninguna circunstancia que explique que el niño murió de manera natural".
Los forenses han destacado que la mujer abandonó el cuerpo con los objetos personales. "El hecho de ocultar el cuerpo y que con él fueran todos los objetos personales para que desaparecieran todos los vestigios no es normal, no es de un accidente, es de querer ocultar una realidad", ha afirmado uno. Los peritos establecieron como causa de la muerte una parada cardiorrespiratoria basándose tan solo en los huesos del niño, ya que el cadáver se encontró en 2010, dos años después de que la madre lo abandonara.
El niño no tuvo posibilidad de defenderse, según el análisis de los huesos, y las circunstancias del posible asesinato indican "premeditación". En este sentido, un perito ha abundado en que el hecho de que colocara sus objetos personales dentro de la maleta como una especie de ritual funerario "deja clara la conciencia plena de lo que estaba haciendo".
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