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A flor de piel
El triunfo del Atlético de Madrid en la Liga Europa no sólo devolvió a un grande del continente al lugar que nunca debió abandonar, sino que fue el detonante de que las emociones se desbordaran sin freno posible. La emotividad, a flor de piel, no reparó en la condición social o profesional de cada uno. En Hamburgo, el torrente de sentimientos afectó a todos por igual. Algunos que acudieron a la final por motivos laborales tuvieron también tiempo y lugar de exteriorizar lo que llevaban guardando años y años. Sorprendió, es cierto, el impacto del triunfo en los periodistas. Por la reacción de algunos casi se diría que sentían más al club que algunos jugadores o, al menos, igual, lo que no es, desde luego, un demérito. Bastantes representantes de los medios realizaron su trabajo con lágrimas en los ojos. Los periodistas británicos miraban entre la sorpresa y el respeto. Los lloros no están reñidos con la profesionalidad.
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