España

Locura rossiniana en Polonia

La acción se sitúa en un manicomio
La acción se sitúa en un manicomiolarazon

Rossini Opera Festival
«Sigismondo», de G. Rossini. D. Barcellona, A. Concetti, O. Peretyatko, A. Siragusa, M. Bisceglie, E. Scala. Coro y Orquesta del Teatro Comunale de Bolonia. Dirección Musical: M. Mariotti.. Dirección escénica: D. Michieletto. 15-VIII-2010. Teatro Rossini.


Para el público del siglo XIX, Polonia podía ser un territorio tan misterioso como el Cáucaso o, incluso, España. Por ello, el libretista Giuseppe Foppa no dudó en situar allí la acción del «dramma per musica» «Sigismondo», vagamente inspirado en la conocida leyenda de Genoveva de Brabante, sobre la esposa de un monarca que, en su ausencia, es injustamente acusada de adulterio y, tras ser encontrada por éste en el bosque durante una cacería, ayudará a su marido (que, entretanto, ha perdido la razón por su cruel acto) a recuperar el trono que deseaba arrebatarle su rival. Rossini presentó la obra en el Teatro La Fenice en 1814 y no obtuvo ningún éxito, porque el público veneciano esperaba una ópera en la línea del maravilloso «Tancredi», presentado un año antes.
«Sigismondo» cayó en el más absoluto olvido, y el propio autor –tan acostumbrado a despistar– se refería a ella con displicencia, aunque aprovechó varios de sus números, para las posteriores «Il Turco in Italia» y «Elisabetta, regina d'Inghilterra» (que, como es bien sabido, contiene a su vez numerosos pasajes de «Il barbiere di Siviglia»). Su recuperación ha constituido el verdadero acontecimiento del Rossini Opera Festival de 2010 por la fuerza dramática y la modernidad de muchas de sus soluciones, que anticipan ya el vigor de Giuseppe Verdi.
El joven director de escena italiano Damiano Michieletto realiza con éste su tercer montaje en el festival, tras su deslumbrante «La gazza ladra» y su ingeniosa «La scala di seta». Contandoal, con una magnífica escenografía de Paolo Fantin y un estilizado vestuario de Carla Teti, ha llevado la «locura rossiniana» hasta sus últimas consecuencias, en una puesta en escena radical, que puede gustar o no, pero no deja indiferente. Ha situado la acción en un manicomio de principios del siglo XX, contando con unos fabulosos figurantes que se mueven, tienen espasmos y aúllan como enajenados.
La dirección de actores es magnífica, y tiene su perfecto contrapunto en la música neurótica, obsesiva y a veces hasta histérica de Rossini, defendida desde el foso por Michele Mariotti, con un perfecto sentido para reflejar la implacable rítmica del maestro. Los experimentados instrumentistas de la Orquesta del Comunale de Bolonia (una vez superada alguna pequeña somnolencia inicial, provocada por los implacables calores del Ferragosto) le siguieron de forma atenta y disciplinada, al igual que el coro de hombres.
Voces ejemplares
El reparto vocal fue modélico. Daniela Barcellona –parece haber nacido para cantar a Rossini– hizo un monarca que asemejaba en su melancolía a Luis II de Baviera. Olga Peretyatko, quien ha experimentado un enorme progreso, fueAldimira. Antonino Siragusa, insuperable en personajes «malvados», dio vida de manera ejemplar, en lo escénico y lo canoro –con una voz que ha ganado en robustez y consistencia– al usurpador Ladislaso, completando muy bien el elenco Concetti, Bisceglie y Scala. Como siempre en el ROF, una producción redonda, que daba pie a una profunda reflexión sobre los insondables enigmas de la mente.