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Hoy, en España, donde ser empresario es una heroicidad, la Fundación Viprén de Chiclana patrocina y sostiene treinta y cinco modalidades deportivas y a seiscientos deportistas jóvenes.
De allí salieron el oro olímpico de Moreno Periñán y cien campeones de España de la Escuela de Pepe Alba. Quinientos títulos polideportivos abarrotan la sala de trofeos. Es el empeño de dos héroes, José Antonio González, empresario generoso con visión futurista, Medalla de Oro al Mérito del Trabajo desde el pasado viernes, y su hijo Miguel G. Saucedo, continuador inmejorable e infatigable del fundador.
Ofrecen una imagen modélica, de valores humanos, respaldo de más de cien libros, pinturas, esculturas y obras de investigación histórica, en recuerdo de Dionisio Montero, orgullo intelectual de la Chiclana culta. Esta Fundación muestra modelos estratégicos para ayudar a los principiantes. Llenan de orgullo el deporte español. Compartí la Gala del Deporte con ellos, con Bahamontes y David Vidal, dos enciclopedias andantes. Un gran regalo.
Desde las ventanas balinesas del hotel Barceló, respiré el aire húmedo y salino de La Barrosa, del viejo castillo de Hércules, de los caños que habitan en la magistral pluma de Arturo Pérez-Reverte, en «El Asedio: la batalla de Chiclana de 1811».
 Disfruté y caminé al alba por esa colina cercana a Roche, donde la guerra dejó cinco mil cadáveres y una victoria. La Chiclana histórica y trimilenaria que los libros reconocerán.
Deseo apreciar, y admirar ante el lector, los esfuerzos de esta desconocida y sorprendente Fundación Viprén. Nunca, con tan poco, se ha hecho tanto. Organizan una olimpiada cada día, en un lugar mecido por las manos de Dios. Chiclana.

gaspar.rosety@hotmail.com