Los Sánchez Vicario contra la red

La polémica está servida en la familia Sánchez Vicario tras las afirmaciones que la tenista realiza en su libro de memorias «Arantxa ¡Vamos!», (La esfera de los libros). En ellas, arremete contra su familia y, entre otras cosas, les acusa de haber administrado mal su dinero. La reacción de los suyos no se ha hecho esperar, y el pasado lunes, la madre de la ex tenista, Marisa Vicario Rubio, difundió un comunicado para defenderse ante las acusaciones de su hija. «Está claro, fracasamos con ella», afirma su progenitora, quien además explica que están pasando por un mal momento ya que al padre de la tenista, que ya sufría de cáncer, acaban de diagnosticarle de alzhéimer. «En todo este tiempo no hemos recibido ni una visita de nuestra hija», dice.
 

Ruptura en el clan Vicario
El distanciamiento familiar que parecía evidente desde el homenaje al ex tenista Andrés Gimeno se confirma en su libro. La relación con su familia es, según el libro, «inexistente». No puede ser más clara: «El mito de una familia Sánchez Vicario unida y feliz no era más que eso: un mito». Tras los éxitos deportivos en su juventud, en su madurez llegaron los problemas. En algunos momentos llegó a sentir desprecio por parte de sus más allegados. «Habituada desde muy pequeña a oír siempre lo mismo, llegué a dudar de mi valía, incluso busqué la ayuda de profesionales de la psicología».

Asimismo, la tenista explica en el libro cómo sus padres la seguían tratando como a una niña cuando ella ya había pasado a otra etapa de su vida. Por ejemplo, le dolió su reacción ante el anuncio de su segunda boda, con Pep Santacana. Su familia le demostró «que no era digna de poder enamorar a un hombre». Fue «muy duro» para ella, sobre todo teniendo en cuenta la importancia de su marido y sus hijos en su vida. «En lo personal, Pep es mi compañero, mi amor y mi cómplice».

Andorra, una decisión de otros
Cuando se hizo cargo de sus cuentas, Arantxa descubrió «la sorpresa de encontrarme sin recursos después de una carrera plagada de éxitos». Lo pasó «fatal» con Hacienda por haber trasladado su residencia fiscal a Andorra, «pero una vez más eran decisiones derivadas de las personas que administraban mi carrera».