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La vaga

La Razón
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AVds. seguro que les importa un bledo si servidora va o no a la huelga pero yo se lo voy a contar porque algo habrá que escribir para rellenar esta página, que encima es la última y se notaría muchísimo el hueco: como habrán podido comprobar al leerme, no, efectivamente, no hago la vaga, que dirían en Cataluña. En principio pensé en avisar en el curro, pero las ganas me duraron diez minutos, porque creo, como mucha gente, que aquí estamos más preocupados que enfadados. Luego, en no secundarla y encima plantarme en la oficina con la camiseta del Atleti, en honor a la ilustre metedura de pata de Cándido Méndez cuando dijo aquello de lo esporádico de los triunfos del equipo del Manzanares en contraste con los numerosos, más contundentes y precisos de su Real Madrid. Hay que ser torpe, querido Cándido, hay que ser, de verdad, poco listo.

Y finalmente decidí que no tengo el cuerpo redondo para sumarme porque todo me parece rarísimo. Podría, sí, añadirme al manifiesto de los intelectuales, pero mi indigencia mental me impide ser uno de ellos y, encima, me falta bastante para aceptar algunos de sus argumentos como válidos. El párrafo en el que se muestran contrarios a que los gobiernos tengan que acatar las leyes de los mercados financieros me parece alejado de toda posibilidad real, y, sobre todo, me parece la evidencia de un desconocimiento absoluto y peligroso de por dónde se mueve el mundo. Puede que no nos guste, pero es lo que hay. No existe otra salida que no nos lleve al arroyo, por mucho que suenen mejor otros mensajes de los que hasta Zapatero se ha tenido que alejar.

Así que no voy. No estoy de huelga. Sería más fácil si mi empresa fuera el Estado, lo sé, pero no es el caso, como el de tantos otros colegas que han tenido que hacerse autónomos a la fuerza o han montado una empresa que malvive sin cobrar por el pago tardío de la Administración y están con el agua al cuello. Ésta es una huelga donde la izquierda no quiere que salga del todo aunque tampoco que salga del todo mal y donde la derecha quiere que salga mal y a la vez quiere que salga bien también. La reforma laboral es una putada para los trabajadores, pero Zapatero no es su autor. Era eso o la intervención internacional. Y nuestra ruina. Me siento fatal, hasta que me noto las llaves de mi casa en el bolsillo.