Novela
Otras fantasías por Agustín García Calvo
Aquí, en la salita del Conservatorio, que vengo a oír esa zarzuela de laúdes y timbales, le toca sentarse a mi lado a Tomás, así que, mientras afinan y se aclara el garguero la soprano, pegamos la hebra y me cuenta él lo de su suegra y su antigua novia, que no le dejaban ver ponerse el sol con su parloteo de enfermedades y consultas, hasta que le digo:
–Pero, hombre, y ¿así todo el rato? –Y tanto; no sabes, Chuska, lo que puede dar de sí el tema.–Ya. O sea que al revés de lo que pasa en el Erewhon de Butler. –¿Cómo era? –Que es norma de buena educación hablar en visita de cualesquier inmoralidad, robos, vicios, deseos adúlteros y recelos, pero nunca pulmonías, tumores, sangrías ni dolencias físicas. –Pues sí. Se trata de tener algo de que hablar: el vacío que las enfermedades tratan de llenar, ¿no crees? –Claro que sí, Tomás. Pero ¿y los otros temas que también llenan su espacio en cháchara o palique y también prensa y pantalla? ¿Qué dices de ésos?–¿Cuáles? ¿La política? ¿Las averías o accidentes? –Y los atracos y las guerras y los crímenes que llaman de género, y las corrupciones que se tercien. –Ya; y ¿qué piensas tú de eso, Chuska? –Pues que nada de eso pasa de verdad. –¿Qué dices? –Lo que oyes, Tomás. Esas cosas ¿dónde están? –¿Que dónde? Pues… –¿En el aire? No, ni eso: son noticias, informaciones… –Claro. –O sea fantasías, sueños de despiertos: han pasado o van a pasar, pero. –Pero es que, Chuska, lo que pasa ahora, eso no se sabe. –Justo: ése es el cambio que el régimen nos ha armado: hay que distraerse, llenar el tiempo, con anuncios, fantasías, para evitar que nos pase de veras algo.–¿Sí? Pero ¿qué nos iba a pasar si no… –Psssch, Tomás, silencio, que ya va a empezar la primera romanza. Luego hablamos.
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