España

El jefe de Policía del País Vasco cree que el soplo fue un «cebo» a Elosua y apunta a Carlos G

La defensa de uno de los tres imputados del «caso Faisán» –el chivatazo que en mayo de 2006 alertó a ETA de una operación policial contra su «aparato de extorsión»– cree que el móvil del soplo no fue político, sino que se trató de un «cebo» para obtener más información sobre ETA de Joseba Elosua, el destinatario de la supuesta delación.

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Ésta es la hipótesis que ponen sobre la mesa José María Fúster Fabra y María Ponte, abogados de Enrique Pamiés –jefe superior de Policía del País Vasco– en un escrito remitido ayer al juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz en el que pide el sobreseimiento del caso o, en su defecto, la apertura de nuevas líneas de investigación. ¿Quién estaba, entonces, detrás del soplo? La defensa de Pamiés apunta al comisario Carlos Germán, jefe de la operación y encargado a su vez de investigar el chivatazo. «No es lógico, y repugna la asepsia procesal, que quienes pueden ser sospechosos actúen como equipo investigador de la filtración», aseguran los letrados.

A lo largo de más de 50 folios, la defensa de Pamiés –imputado por colaboración con ETA y revelación de secretos junto al ex director de la Policía Víctor García Hidalgo y al inspector José María Ballesteros– cuestiona la investigación por considerar que está basada en «datos parciales, subjetivos e intencionados». Los letrados creen que el chivatazo pudo ser «un "cebo"para que Elosua continuara el camino y entregara el dinero bajo vigilancia» (54.000 euros recaudados supuestamente de la extorsión de ETA a los empresarios). De esa forma, añaden, se habría obtenido «más información de la que ya se tenía en ese momento». En todo caso, consideran «sorprendente que a estas alturas» el equipo investigador liderado por el comisario Carlos Germán insista en la «estrategia del móvil político».

El escrito está repleto de reproches a Germán, al que hacen responsable de una «evidente negligencia policial» por «perder de vista durante tres cuartos de hora al principal objetivo de la operación» (Elosua, dueño del bar Faisán donde se produjo el soplo). Del mismo modo, le echan en cara que permitiera que los 54.000 euros de la extorsión se entregaran finalmente a ETA.

Corte «grosero y evidente»
Además, la defensa de Pamiés abre nuevos interrogantes cuando niega que la llamada de Ballesteros (quien según el equipo investigador fue la persona que pasó a Elosua el móvil desde el que se le dio el chivatazo, un extremo negado por el propio Elosua) sea «la única posible». Y es que, se queja, sólo se han investigado los repetidores españoles, y no los franceses.

Varios agentes, recuerda, pasaron a España desde Francia y sus llamadas no se han investigado «por no constar en los repetidores españoles» (dado que, según constataron ante notario, en esos casos la cobertura en Irún siguen ofreciéndola compañías francesas).
Por último, considera que el «grosero y evidente» corte en la grabación efectuada en el bar Faisán entre las 10:52 y las 10:55 el día del chivatazo pudo realizarse para ocultar la entrada en el local de «la persona que tenía que entregar el móvil a Elosua». Más dudas en un caso sobrado de ellas.