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Cádiz

Por sus arrugas los conoceréis

Las mujeres acusan más en el plano psicológico y social los signos físicos de la edad. Los expertos recomiendan aceptar estas trazas como «experiencia acumulada»

Por sus arrugas los conoceréis
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Una extraña asociación de ideas fue el detonante. Hace un par de noches, dios sabe cómo, me vi envuelto en las cargas policiales de Tirso de Molina. «Éstos son los radicales de siempre», resumió un compañero. «Los radicales libres», acoté yo. Así, sin venir a cuento, en medio de este verano agitado y sindical, se me ocurrió que nuestro organismo, segundo a segundo, libra un arduo combate contra la inevitable entropía. Las arrugas, como los contenedores quemados y las marquesinas destrozadas, son testimonio de la batalla, la acción subversiva de estos radicales, los átomos que intervienen en el envejecimiento de la piel.

Desde luego, hay quien no cambiaría sus arrugas por nada del mundo y lleva a gala las marcas de su biografía. Son los abanderados de aquel lema ochentero de Adolfo Domínguez que ha hecho carrera más allá de la moda: «La arruga es bella». Lo cierto es que la ritidosis (tal es el término médico) es como el sobrenombre de Andorra para los escolares: para unos es «vieja» y para otros es «bella». Lo importante es la actitud ante este fenómeno. «Los signos externos y físicos, como el tono y tersura de la piel o las arrugas, actúan como marcadores del paso del tiempo para el ser humano. No podemos afirmar que exista una consecuencia universal de estos signos en todas las personas, si bien es cierto que pueden llegar a generar un mayor malestar, desánimo y pérdida de seguridad en uno mismo en aquellas personas que se apoyan en valores estéticos en detrimento de los personales». Así lo ve Miriam Fernández Marí, psicóloga y directora de la Clínica Psicosalud de San Fernando (Cádiz).

Esta experta considera que la mujer está más expuesta a acusarlo: «Debido al peso aún vigente de la herencia cultural basada en la importancia de los cánones estéticos en las mujeres, aún en la actualidad los signos físicos del envejecimiento afectan a un mayor porcentaje de este sector. No obstante, no podemos olvidar la rápida transformación de la sociedad y el importante aumento de hombres ocupados y preocupados por su físico». Esta realidad se deja sentir especialmente en los tratamientos de belleza y la cirugía estética. Las actuaciones «antiaging», las más demandadas, han hallado en el hombre un cliente en alza.

Los pliegues faciales, así como otros signos evidentes de la edad, pueden incluso generar sentimiento de culpa en las féminas, mientras que los hombres tienden a darle menos valor, más atentos a otros indicadores de decadencia como la actividad sexual. Eso sí, las arrugas de sus parejas pocas veces son bellas. Encuestas al respecto muestran un rechazo mayoritario del género masculino al deterioro de las mujeres, considerando las arrugas una falta al cuidado de sí mismas. Ellas siempre fueron más tolerantes al respecto y hay quien incluso ve en las canas o los surcos faciales el encanto de una madurez contrastada. Para la doctora Fernández Marí, «el bienestar personal nace de la aceptación de nosotros mismos y la reconciliación con aquellos aspectos que menos nos gustan. Cuando esto sucede, los signos físicos no son más que un espejo que nos devuelve la imagen de los años vividos y la experiencia acumulada».