El «aquelarre» etarra
Reacción positiva
El único efecto positivo que cabe atribuirle al comunicado de ETA es haber suscitado un cerrado frente común de toda la sociedad, sin excepciones, contra la maniobra de la banda, sus mentiras y sus pretensiones propagandísticas. Si los pistoleros pensaron que con su añagaza se iba a reproducir la división política y social que originó el llamado «proceso de paz» de la anterior Legislatura, su frustración será grande. Por el contrario, la democracia ha salido reforzada y se ha fortalecido la unidad de los partidos ante los terroristas. Resulta muy reconfortante comprobar la similitud de los mensajes del Gobierno, la oposición, las asociaciones de víctimas y de la propia ciudadanía vasca con el lendakari López a la cabeza. Si algo está muy claro en el seno de nuestra sociedad, tras medio siglo de terrorismo etarra, es que a los pistoleros no les queda otra salida que entregarse a la Justicia y pagar por sus crímenes. Si algo se ha demostrado cierto en esta última década es que es el Estado de Derecho yerra cuando cae en la trampa de negociar con los asesinos y acierta cuando emplea todas sus armas legislativas, judiciales, policiales y de cooperación internacional para acabar con ellos. Si ETA tiende de nuevo el señuelo de la tregua es porque está acorralada, quiere ganar tiempo y busca un golpe de efecto propagandístico que le dé cierto respiro. Así lo afirmó ayer con rotundidad el ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, de ahí que haya rechazado volver a las andadas de la negociación. Su impecable argumentación revela que el «proceso de paz» de hace cuatro años fue un error del que se aprovechó la banda para extremar el control sobre su brazo político. Lo que de verdad ha sido eficaz y demoledor para ETA ha sido el Pacto Antiterrorista entre PP y PSOE, y la Ley de Partidos que ha permitido ilegalizar a Batasuna y expulsarla de casi todas las instituciones democráticas. De este modo ha quedado nítidamente claro que para combatir al terrorismo no se debe jamás contemporizar con los pistoleros ni trapichear con su brazo político, sino aplicar el Estado de Derecho con rigor, sin excepciones y sin desmayo. Todos los partidos políticos deben extraer las lecciones pertinentes del camino andado en esta década, pero son los nacionalistas los que están obligados a revisar sus discurso equidistante, siempre presto a la «comprensión» de los radicales independentistas y proclive al «diálogo» y la «negociación» permanentes. Los dirigentes del PNV harían bien en analizar si existe alguna relación entre su desalojo del Gobierno vasco y el momento más crítico de la banda ETA. O dicho de otro modo, si el haber perdido el control sobre la Ertzantza, las subvenciones públicas y los medios de comunicación ha sido un elemento decisivo para que Batasuna haya cambiado de estrategia y ETA haya dado un paso más hacia su rendición y desaparición. Por lo demás, conviene subrayar que el Gobierno de Zapatero está aplicando acertadamente la política antiterrorista, que el PP obra con acierto al secundarla y que ambos cuentan con el respaldo incondicional de la sociedad, satisfecha de que no caigan en ventajismos políticos ni oscurantismos inaceptables.
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