Castilla y León
OPINIÓN: Tonto el que no innove
Con el 2011 a la vuelta de la esquina, quien no se haya dado cuenta aún de que innovar debe estar en el ADN de la vida, es que anda falto de algún verano. Sí, porque la innovación vende, atrae. Sirve. Logra atajos a procesos complicados por las administraciones que, poco a poco, notan que lo mejor es la vereda despejada y no el bosque lleno de maleza. Prueba de esto, ayer, en la provincia de Burgos, donde el presidente, profeta en su tierra, disfrutaba preguntando los pormenores de un proyecto que agilizará muchos trámites y ayudará a calmar inquietudes a pacientes y sanitarios. Un logro de su Gobierno, que lanza una solución atrayente e interesante para el usuario de Sacyl, que sigue denunciando carencias en una Sanidad más que mejorable. No sólo con los ecógrafos que esta misma semana demandaba el PSOE regional para todo centro de salud. Ellos insiste en los hospitales comarcales sin contemplar soluciones alternativas más acordes al ajustado momento que nos toca vivir. Es quizás, ahora que las elecciones acechan, momento para refutarle a aquel utilitarista llamado James Mill, aquello que decía de que «los gobernantes persiguen sus propios intereses particulares y no los intereses generales». Esto, verán ustedes, lo profería a principios del siglo XIX, y su hijo John Stuart, quizás más conocido que el progenitor, se encargaba de desarrollar sus tesis. Como en los grandes descubrimientos y las grandes escuelas, fue «el discípulo». Algo que necesita Castilla y León, más escuelas innovadoras, nuevos discípulos y menos apesebrados.
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