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Se veía venir

La Razón
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No es necesario ponerse en plan literario y decir que la salida de Valdano era muerte anunciada. Simplemente, se veía venir. Era imposible que dos personalidades tan distintas pudieran tener actitudes complementarias. Valdano es la templanza, la educación, el conocimiento de la casa, de España y de los medios. El pintoresco entrenador es la manipulación dialéctica, el insulto, la salida de pata de banco, la obsesión por el mando. La versión futbolística de Luis XIV: el Madrid soy yo. El presidente del Madrid se vio en la obligación de tomar partido. Lo menos costoso, lo más fácil, era decapitar a Valdano. José Mario dos Santos Félix Mourinho tiene firmado un contrato que le garantiza un despido equivalente al oro, el moro y el Bernabéu.

Florentino hizo una gran apuesta por el entrenador y ha de ir hasta el final con él. Está atado. Para el presidente, el futuro no parece un camino de rosas. La próxima Liga, probablemente, la ganará y aún así, tal satisfacción estará trufada de trágalas. Florentino debe saber cuál es el riesgo de conceder tanto poder a Mourinho. Es hasta probable que incluso cercene el suyo con decisiones que no le son propias. Habrá otras disfunciones. Como decía Valdano, Mourinho llegó con «hambre de gloria atrasada» y mientras esté dotado de tanta potestad será insaciable. Cada día querrá más. Posdata: ¿la ambición de Mourinho estará ahora más allá del empate a cero con el Barça en el Bernabéu?