Presidencia del Gobierno
Rajoy en Corea por Martín Prieto
Mediada la Guerra de Corea, masas de soldados chinos se unieron a los norcoreanos cruzando el paralelo 37 y arrollando a sus hermanos del Sur asistidos precariamente por tropas estadounidenses. Los aliados tuvieron que retroceder hasta el fondo de la península, con el mar a sus espaldas, y en tan desesperada situación un general norteamericano se alzó entre las explosiones y arengó a su Estado Mayor: «¡Estamos rodeados. Ya no se nos puede escapar!». Es lo único decente que se puede decir en situaciones catastróficas.
No sé si el presidente Mariano Rajoy nos ha recordado que estamos muy mal y que vamos a estar todavía peor en una improvisación parlamentaría o porque sabe que la mejor arma es la verdad, tal y como prometió en su discurso de investidura. La psiquiatría enseña que la verdad acaba por ser balsámica por terrible que sea y que hasta los dictámenes terminales acaban por resultar un consuelo.
Nadie en las distintas crisis políticas y económicas que hemos atravesado en la democracia constitucional había tenido el valor de pronunciar estas palabras y siempre se nos ha engañado con promesas incumplidas y hasta de imposible cumplimiento. El mejor camino para enfrentar la enfermedad siempre es admitirla.
Por su lado, la vicepresidenta primera del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, no es una dulce niña, sino que parece hija de los leones del Congreso de los Diputados que Ponzano fundió con cañones tomados a los moros. Si se cumple la mitad de lo propuesto acabaremos el año mal, pero con aliento.
✕
Accede a tu cuenta para comentar