Andalucía
Sobredosis de cafeína
Aznar no ha dicho nada que no haya dicho el propio Zapatero. Pero cada vez que habla el ex presidente los progres de guardia se rasgan las vestiduras. El café para todos con el que Suárez quiso asegurar una Transición pacífica se ha convertido, con el paso de los años, en una sobredosis letal de cafeína. Ha sido tal el despilfarro que no queda más remedio que someter al paciente, a España, a un urgente y profundo lavado de estómago. Entre otras cosas para desalojar tanto estómago agradecido, tanto asesor, tanto coche oficial, tanto cargo duplicado cuando no triplicado, y tanto desbarajuste en el gasto. No sé si corremos el peligro de convertir este país de países en un Estado de estados, pero lo que es evidente es que algunos de los presidentes autonómicos funcionan como reyezuelos de Taifas y disponen del dinero público, el dinero de nuestros impuestos, con una alegría, con una frivolidad rayana en la indecencia. Subvenciones a proyectos de dudosa utilidad cuando no directamente ridículos han jalonado la reciente historia de las administraciones públicas con demasiada frecuencia. Desde el dispendio de las radiotelevisiones regionales y municipales, pasando por cursos y folletos de supuesta educación sexual, hasta llegar a financiar desde la Sanidad pública el cambio de sexo, como en Andalucía, donde el paro juvenil alcanza al 50% de la población. Y no digamos nada de las campañas publicitarias de autobombo que ha tenido en el Gobierno central de los últimos siete años un muy mal ejemplo. Ya sé que decir estas cosas escandalizan a los guardianes de las esencias de lo políticamente correcto, pero las autonomías deberían tener, como misión principal, acercar la administración a los ciudadanos para facilitarles la vida, y no para complicársela además de encarecérsela. Nadie habla de acabar con el Estado de las Autonomías, pero sí de poner racionalidad en la administración de los recursos públicos. No vale seguir manipulando los sentimientos para justificar la ineficacia. El amor por la tierra de uno no justifica que se tire el dinero o se utilice para comprar votos y voluntades. Esa práctica nos retrotrae a la España caciquil que se prolongó tanto en el tiempo que muchos de sus tics han quedado impresos en nuestros políticos para siempre. Nuestra máquina productiva no soporta ya tanta carga inútil, y habrá que cambiar el café por 17 perolos, de los grandes, de manzanilla y seguramente algo de tila. Dieta y depurativos que desatasquen las tuberías del poder que se han ido obturando de gilipolleces que en ocasiones invitarían a la risa si no fuera por lo caras que resultan. Pero mucho me temo que no serán suficientes la farmacopea y los remedios caseros. Esto ha llegado al punto en el que sólo la cirugía es capaz de frenar la sangría de dineros públicos. Es lo que ha hecho el presidente de Murcia y le ha valido la ira de quienes llevan años acostumbrados a la subvención y la sopa boba. Tiene su aquel que Zapatero ponga como ejemplo a Ramón Luis Valcárcel mientras algunos socialistas protagonizaban al algaradas callejeras y el acoso al Gobierno murciano del PP. Si se ha acabado la fiesta es el momento de poner coto a los excesos de esa barra libre con la que nos han obsequiado desde no pocos despachos del poder.
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