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Javier Gomá: «El respeto a la Ley no basta para crear una sociedad justa»

Su idea, en boca de todos, apareció en el discurso del Rey

Javier Gomá
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MADRID- Han pasado dos años desde que Javier Gomá publicó en 2009 «Ejemplaridad pública» (Taurus). Fue un ensayo de una repercusión enorme cuyo título contenía claramente el concepto que desarrollaba en su interior. Tuvo entonces éxito, pero en las últimas semanas la teoría del abogado y pensador ha regresado a la vida pública con fuerza: se la cita en artículos, aparece en las conversaciones y ha influido incluso en el programa de Mariano Rajoy: «Lo emplea en su autobiografía y a lo largo de toda la campaña ha utilizado reiteradamente el concepto de austeridad, sobriedad y ejemplaridad», reconoce el propio Gomá a LA RAZÓN. Precisamente en estas páginas lo esbozó el autor el pasado día 18 en un interesante artículo. La guinda fue la aparición de su idea en el discurso de Nochebuena del Rey, «el más esperado de los últimos 30 años». Pero, ¿en qué consiste la teoría de Gomá y por qué está en boca de todos? El pensador y director de la Fundación March distingue tres etapas en su difusión: una primera, instalada en nuestras vidas: «Los padres comprenden la importancia de las compañías de su hijos, el ejemplo de los compañeros o amigos es decisivo. Lo saben los educadores, los maestros, los sacerdotes... Y los políticos. ¿Por qué cuidan su imagen? Porque puede llegar a ser más convincente que mil discursos. Desde Pericles, todo el mundo ha sido consciente en la praxis de la importancia del ejemplo en la articulación social». Su ensayo, continúa, «convierte en tema filosófico lo que estaba antes simplemente en la praxis. Ese libro tiene un impacto en las élites culturales muy grande». Pero, explica, los ritmos de cultura, filosofía y sociedad son diferentes y faltaba el tercer paso: «Es el que hemos vivido últimamente: el concepto tiene un impacto ya a dimensión social». Y añade: «En este caso, la generación de los acontecimientos políticos necesitaba un concepto que explicara la exigencia moral más allá de lo meramente jurídico». Lo que nos rodea nos ha hecho demandar «cierta rectitud moral, que ya no basta: debe superar la división entre vida privada y vida pública».

En este punto reside una de las claves de su teoría: «Nadie es sólo ejemplar en lo público si no lo es en lo privado, y al revés. El concepto abarca todas las dimensiones de la personalidad. Además, va más allá del mero respeto a las leyes. En los últimos dos o tres siglos hemos generado un estado de derecho, que se basa en la idea de constituir una sociedad justa obdeciendo a la Ley. Últimamente nos hemos dado cuenta de que el respeto a la Ley no basta. Es necesario, pero no es suficiente».

Qué hacer con la libertad
Gomá añade otro matiz: «El tema hoy no es tanto ampliar la esfera de tu libertad, que es lo que hemos hecho en los últimos tres siglos, sino plantearnos qué uso responsable, social, haces ya de ese espacio de libertad». Nadie está exento, porque la teoría no se reduce a quienes nos gobiernan. «Todos somos ejemplos para todos –asegura–, todos formamos parte de una red de influencias mutuas, y eso se constanta rápidamente en todos los ámbitos: el familiar, el ciudadano, el vecinal, el profesional, el cívico...». Aunque el ejemplo de ciertas personas pesa más y tienen por tanto mayor responsabilidad.

La pregunta es: ¿cómo se cumple con ese imperativo? Gomá descarta la imposición legal, ya que el concepto no se puede codificar: «¿Los valores? No conozco a esos señores. Lo que hay son personas valiosas. Y, de igual manera que lo esencial es invisible, lo ejemplar es incodificable, porque si lo codificas se convierte en jurídico. Y lo jurídico se basa en la idea de coacción. La ejemplaridad se presenta no como algo coactivo, sino persuasivo, algo que se impone por su propio valor», explica el pensador.

Podría parecer que en la educación está la clave, pero Gomá prefiere buscar respuestas en la costumbre: «Como concepto jurídico, la vida privada es un gran logro de la cultura contemporánea. Pero una cosa es que jurídicamente el concepto sea respetable y otra muy distinta es que en un terreno moral, cualquier tipo de vida privada sea buena. Determinados estilos de vida, son más cívicos, más sociables, más responsables, o contribuyen más a la convivencia».


Políticos y financieros
¿De quién habla Gomá? Mala suerte: el pensador tiene por principio no opinar de casos concretos. Pero en sus ejemplos y el lector podrá suponer nombre y apellidos: «Hemos visto que grandes financieros respetan la Ley cuando se dan a sí mismos unos bonos desproporcionados, y a políticos que quizá hayan cumplido la Ley, o resulten absueltos desde el punto de vista penal. O a otros que, sirviéndose de su cargo, han obtenido un lucro. Su comportamiento repugna a la sensibilidad social. A lo mejor respetan la Ley pero no se ajustan al imperativo de la ejemplaridad». Claro como el agua clara.