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Funcionarios y pobres

La Razón
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«Por este camino, vamos hacia un Parlamento de funcionarios y de pobres», ha declarado un diputado que lleva gafas de diseño, que pertenece a un partido nacionalista catalán y que es el más valorado en las encuestas por los españoles. Así nos va. De nuevo, un señorito político juega con un binomio cuando menos hilarante. Me estoy aficionando yo a estos binomios: nacionalista o victimista; socialismo o muerte (eslogan cubano); senador o inservible; funcionario o pobre (hago notar que la «o» no es disyuntiva, sino explicativa). Unos por senilidad y otros por carencia, el caso es que estamos asistiendo a la pérdida de aquel «seny» catalán que tanto contribuyó en la Transición a cambiarle –para bien– la cara a este país. España. Por el hecho de revisar los privilegios de los parlamentarios (pensiones, actividades, patrimonio…), resulta que los ricos y los no funcionarios van a dejar el Parlamento, porque están allí para hacernos un favor, y los escaños los van a ocupar funcionarios, dizque, gente pobre.
Conozco a muchos funcionarios cuya preparación es infinitamente mejor que la de muchos diputados. Mi compañero de columna, el profesor Sarmiento, con cinco sexenios de investigación, seis quinquenios de actividad, catedrático, con más de cincuenta artículos y de una docena de libros publicados, que habla gallego, inglés, alemán y francés, que traduce latín, sigue siendo funcionario, o sea, pobre, pero sería un parlamentario mucho más digno y profesional que quien ha dicho semejante barbaridad. Y de esto he hablado con muchos alumnos, amigos, familiares, deudos, tantos, al menos, como los afiliados de Unió Democràtica de Catalunya. Y piensan lo mismo que yo.