CRÍTICA DE CINE / «Caperucita roja» : Que viene el lobo «teen»

No importa que esta «Caperucita roja» termine con una celebración del amor zoófilo ni que aporte un ramalazo edípico al intensamente freudiano cuento de Perrault. Las lecturas psicoanalíticas de «Caperucita roja», aderezadas con una pizca de teoría feminista, ya fueron explotadas por la escritora Ángela Carter y su adaptador cinematográfico, Neil Jordan, en «En compañía de lobos».

Sabemos que lo que amenaza a esta niña-mujer no es más que el despertar sexual, pero lo que a Hollywood le interesa de sus sueños es convertirlos en los lamentos de un triángulo amoroso tremendamente parecido al de «Crepúsculo» para subrayar, por un lado, la monstruosidad del deseo adolescente, y, por otro, la dimensión romántica de una pasión imposible.

No es extraño, pues, que Hardwicke repita los planos aéreos, los galanes lánguidos y las pulsiones reprimidas que transformaron a «Crepúsculo» en un fenómeno «teenager» sin precedentes. Lo que gana por el camino es una heroína de armas tomar, interpretada con la pícara convicción a la que nos tiene acostumbrados Amanda Seyfried. Lo que pierde es sensibilidad «camp», sano desmelene y sentido del humor.

Si Hardwicke hubiera sabido distanciarse de su material de partida podría haber conseguido reformular un mito a la medida de las exigencias juveniles del siglo XXI. Por desgracia, la solemnidad del conjunto no hace más que resaltar lo ridículo de una empresa concebida en el departamento de marketing de un estudio que ni siquiera tuvo en cuenta lo mal actor que es, ahora, Gary Oldman.

lo mejor: Amanda Seyfried es tan buena Caperucita como lo fue Witherspoon en «Freeway»
lo peor: Hardwicke no ha sabido trascender el aspecto