Navarra
Batasuna frena con etarras «históricos» a la disidencia
El ala más radical quiere potenciar la «herri borroka» para intimidar a los políticos
MADRID- Batasuna está utilizando a etarras «históricos» para tratar de frenar la creciente disidencia interna y controlar a los sectores más radicales, partidarios de potenciar lo que denominan «herri borroka», que aglutina todo tipo de «luchas», desde el terrorismo callejero a la presión sobre los militantes de los partidos democráticos, pintadas, colocación de fotografías de presos, etcétera, como paso previo a las actividades directas de ETA. Según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas, estos sectores, que están manejados por los cabecillas de la banda desde Francia, son los que han cometido los actos de «kale borroka» en los últimos meses. Los disidentes son, en su mayoría, individuos jóvenes, aunque también participan otros de más edad, con el denominador común el descontento por la falta de resultados del «proceso», que, en su opinión, se puede quedar estancado en lo logrado para que Batasuna haya vuelto a las instituciones.
Un logro de enorme magnitud para el independentismo vasco de carácter radical, pero que se considera insuficiente, sobre todo después del resultado de las últimas elecciones, que no permite a ETA y su entramado controlar al PNV y marcar sus pasos.
Uno de estos sectores disidentes con mayor fuerza es el de Navarra, donde el descontento era tal que podía saltar, en cualquier momento, a la opinión pública en forma de rueda de prensa o comunicado. Batasuna le pidió a Eugenio Echeveste Arizcuren, «Antxon», que acudiera a controlar la situación y, al menos por el momento, el asunto ha quedado larvado. «Antxon» fue jefe del «aparato político» de ETA y uno de los «ideólogos» con más peso dentro de la banda. Participó en las conversaciones de Argel con el Gobierno socialista de Felipe González, que siguieron en la República Dominicana, una vez que este individuo y otros miembros de la banda criminal fueron deportados al país caribeño.
Detrás de su aspecto «pacífico e intelectual», se esconde un auténtico dirigente que aplica el marxismo leninismo en su concepto más radical y, como jefe, ejercía el centralismo democrático, según el cual los militantes tienen que obedecer siempre las órdenes que vienen de arriba, sencillamente porque están impartidas por gentes que tienen más información y preparación que ellos. Es un etarra respetado y, dentro del fanatismo del mundo terrorista, admirado, al que se le reconoce una cierta autoridad.
«Antxon» consiguió frenar a los «navarros» disidentes, pero en Batasuna, que va a empezar a funcionar ya como Sortu (el congreso fundacional será el 23 de febrero del año que viene) saben que la falta de avances en el asunto de los presos; el fracaso de la salida de las Fuerzas de Seguridad y de los Ejércitos, y la nula planificación de la estrategia para que el País Vasco alcance la independencia, con la anexión de Navarra, exaspera a los sectores más radicales, con ETA a la cabeza, cuya paciencia tiene un límite en el tiempo. Es precisamente, el factor tiempo lo que más preocupa, porque nadie sabe si alguien ha fijado fecha como fin de esa paciencia.
Hablar a estos sectores de la estrategia de la «unilateralidad», que consiste en hacer concesiones a cambio de nada (es una mera teoría, tan falsa como los que la proclaman), no hace sino enfurecer cada vez más a los radicales, que no quieren que los tomen por tontos. A estas alturas, todo el mundo sabe que la legalización de Bildu, Amaiur y Sortu no fue una concesión del Estado español por la medida «unilateral» de ETA de anunciar un supuesto «cese armado definitivo», sino fruto de unas negociaciones, a través de los mediadores de Currin en la anterior legislatura.
La situación de preocupación en Batasuna ha llegado hasta tal punto de que en la ponencia que servirá de base de discusión en el congreso de Sortu se dice con toda claridad que no se admitirán corrientes internas. «Aun sabiendo que dentro de Sortu hay diferentes sensibilidades y/o espacios políticos y que los mismos enriquecen el carácter popular de Sortu, esas sensibilidades o espacios no se considerarán integrantes orgánicos de la estructura de Sortu, al estilo de las corrientes internas de los partidos. Así pues, esas sensibilidades y/o espacios políticos no estarán representados en los órganos de dirección como grupo o corriente organizada y no recibirán financiación». Batasuna-Sortu pretende un control total del nuevo partido, pero son muchos, cada vez más, los que no están de acuerdo con lo que denominan la estrategia de la «moketa». Mientras unos ocupan cargos institucionales, muchos de ellos remunerados, los presos siguen en las cárceles; la Policía y la Guardia Civil en sus comisarías y cuarteles, y el País Vasco, con capital en Pamplona-Iruña, una quimera, que, lejos de acercarse, se aleja cada vez más.
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