Murcia
El Molino del Río Argos por Antonio Parra
Sabíamos de la existencia de esta hospedería rural, pero llegamos a ella cierto día por casualidad (aunque las casualidades no existen, sino las causalidades). Ubicada junto al río Argos, en una hondonada en el camino viejo de Chirivel (que está señalizada, aunque hay que fijarse bien), este antiguo molino hidráulico, rehabilitado como alojamiento y restaurante por su propietaria, Carmen Álvarez Sandoval, en 1999, es lo que turísticamente se considera «un lugar con encanto», o en clásico un locus amoneus. La llegada resulta algo insólita, pues hay que cruzar una pequeña «charca» del río que parece disuadir, pero nos consta que no crea problema y es una originalidad añadida a lo que se va a encontrar. Como en el hadit musulmán, se trata de «un tesoro escondido».
Son muchos los valores destacables de este espacio alejado del mundanal ruido, que consta de ocho apartamento y una habitación doble (en su día la cámara alta del molinero): «El Cuartico», recoleta -como su nombre indica- e íntima, pero que dispone de una terraza propia para disfrutar en cualquier época. La amabilidad y atenciones de las personas encargadas son el distintivo que potencia las muchas cualidades del entorno y la gastronomía: la encantadora «jefa» Encarni López; Joaquina Moreno y Pepe Cantero, madre e hijo respectivamente, e Isabel Montoya, hacen de la estancia algo inolvidable. Por cierto, salvo en Nochebuena, «El Molino» no cierra nunca y mantiene los precios fijos y razonables sin alteraciones de temporadas (alta, media o baja) como es usual. Por ejemplo, aunque los precios de los apartamentos varían según la disponibilidad del espacio, «El Cuartico» para dos personas cuesta 55 euros la noche; y si, como resulta obligado (pues Barranda, el lugar más cercano, queda a unos cuantos Kilómetros.), desayunan o hacen una comida (almuerzo o cena, o sea media pensión) se añaden otros 55 euros la pareja.
Merece la pena conocer este sitio de nuestra región también por la calidad de las viandas que lo diferencian de cualquier hostería al uso: se elaboran de forma artesana varios tipos de cerveza (¡un lujo!), que se puede degustar como bebida o incluidas en las recetas de arroces, asados con boletus, bombones rellenos…. Otra especialidad es la carne de caza (ciervo, jabalí…), el mújol o los embutidos de pescado. El ambiente y trato familiar, la calidez de las estancias comunes, las antiguas ruedas hidráulicas reconvertidas en objeto decorativo, las flores y las frutas, el fuego encendido de la chimenea, el acceso a la lectura de una pequeña biblioteca, los detalles de café y té a cualquier hora, los piscolabis ofrecidos entre la comida y la cena, los serenos paseos de día o casi espectrales de noche invitan al profundo descanso.
Para los más esotéricos o tendentes a las razones del espíritu hay que destacar la serenidad que surge espontánea en todo el paraje y que si se quiere se puede potenciar a través de los cursos de yoga, reyki o antiimsomio que en ocasiones se realizan y que tanto atraen a los escandinavos que vienen hasta aquí; no en vano el marido de la propietaria (recientemente fallecido) era sueco, y trasladó a «El Molino del Río» una filosofía de vida natural y global, holística. Para nosotros, contemplativos pero buenos españoles, un remanso de paraíso trufado de buenas viandas. Para gozarlo.
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