Marbella
Como Europa
«Como Europa». Ésa es la cantinela que se nos repite para justificar la ley antitabaquista y ése es el argumento que, sin embargo, más la desaconseja. ¿Conoce usted un país europeo que tenga más bares y restaurantes que el nuestro? ¿Desea cargárselos por esa misma razón, para ser más europeos? ¿Es que usted no ha viajado? ¿Es que no sabe que en Europa no se puede vivir? ¿El maravilloso vino francés? ¿No ha visto usted la racanería reverencial con la que se lo sirven nuestros vecinos ni la antipatía ancestral de sus camareros? ¿Eso quiere para nuestro país? ¿No cree usted que si los franceses o los ingleses tuvieran nuestra hostelería, en vez de perjudicarla, ya la habrían blindado y conseguido que la Unesco la declarara Patrimonio de la Humanidad? Por ahí hay que empezar. Por ahí deberían empezar nuestros hosteleros para protegerse de las ocurrencias de nuestros gobernantes. Por unirse, que es lo que no han sabido hacer hasta ahora. El caso del «mesonero rebelde» que deja fumar en un asador de Marbella es el síntoma de un individualismo muy español que no va a ninguna parte. Únanse, hombre, hagan sociedad civil, como Europa. Y valoremos lo que tenemos. Como Europa hace. Como nunca hemos sabido hacer nosotros. Por eso vienen, aunque luego digan -como la mujer de Beckham- que «España huele a ajo». Huele a ajo, sí, y a pimientos y a cebolla porque España es un extraño edén en el que en cada esquina hay una «asquerosa tasca» donde hacen una tortilla de patata que te mueres. Porque no es como Europa… todavía.
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