Debate Estado Nación
Venganza por Cristina López Schlichting
He estado esperando a la última columna del último Gobierno de la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero y ha llegado mi momento. Hay elecciones el domingo. Se acabó. Out. Trabajo para varias empresas (Tele5, Telemadrid, 13TV, COPE, este periódico) y soy bien consciente de lo que cuesta ser mujer. En alguna de estas firmas –no en LA RAZÓN, desde luego– todos los espacios importantes están dirigidos por varones, absolutamente todos. ¡Y a los directivos les parece totalmente normal! Como si no hubiese fifty-fifty (al menos) de profesionales en el mercado.Y ustedes me dirán: «¿Y eso qué tiene que ver con Zapatero? ¿Acaso no ha favorecido la paridad?» ¡Pues como esos directivos, de boquilla! Mucha Ley de Igualdad, mucho aborto, mucho divorcio exprés, pero, al final, el presidente socialista se rodeó de una caterva de estúpidas. No hay peor favor para la causa femenina. Cuando pensemos en él nos vendrán a la cabeza las bibianas, malenis, leires, trujillos, que habrán quedado en la mentalidad colectiva indeleblemente grabadas. No las eligió por su competencia, sino por razones cosméticas, para quedar bien ante el mundo, rodeado de chiquillas cada vez más jóvenes y menos preparadas. Sin embargo, al final, como siempre, el pato lo hemos pagado todas. Que Merkel dirija Europa o que la Thatcher marcase la historia de Gran Bretaña es un timbre de gloria para las demás –al margen de ideologías–, pero que las ministras españolas (con excepciones notables, como Trini o María Teresa Fernández de la Vega) hayan destacado como verdaderas tontas es una vergüenza femenina. Necesitaba escribirlo antes de que se fuese a las nubes.
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