Lenguaje
Gritar los atropellos
El primer signo de una enfermedad mental, suele ser la pérdida del sentido de las palabras. Éstas pierden su valor. Ya no sirven para casi nada. ¡Es el caos! Lo mismo le pasa a las sociedades. Cuando enferman, confunden el sentir auténtico de las palabras. Y con las palabras cambiadas, el lenguaje deja de ser un instrumento de comunicación y de verdad. Las cosas, ya no son lo que son, sino lo que interesa que sean. Dejamos de darles la importancia que tienen. ¿Acaso no es eso lo que nos está pasando?.. Sean como quiera que sean las cosas, la palabra es nuestra espada para enfrentarnos a la batalla de cada día. Lo recordaba hace unos días, ante cientos de estudiantes de periodismo, José Luis Alonso de Santos. Probablemente el autor teatral español que con mayor valentía ha levantado su voz para denunciar y gritar el atropello, la mentira, la falta de dignidad, el abuso, la injusticia, como hizo Marco Antonio ante los Romanos, o Don Miguel de Unamuno, cuando exclamaba: «Tropezáis con uno que miente, gritarle a la cara: ¡mentira!, y adelante. Tropezáis con uno que que roba, gritarle ¡ladrón!, y adelante... La más miserable de todas las miserias es decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón, porque otros seguirán robando». Palabras auténticas -palabras palpitantes-, que conviene recordar para que ningún trapacero nos obligue a decir o ver lo que desean que digamos o veamos. O sea la maldad la que se imponga.
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