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Kim Jong Un su tío y el Ejército se reparten el poder
Pekín- Pocas horas antes de que se hiciese pública la muerte de su padre, Kim Jong Un pidió el lunes que se suspendiesen todas las maniobras militares y exigió que soldados y oficiales se replegasen en sus bases. Lo revelaban ayer fuentes de la inteligencia surcoreana para ilustrar cómo el Ejército del Pueblo, la institución más poderosa de Corea del Norte, responde ya a las órdenes del «Gran Heredero». Se trata de una cuestión vital, ya que la estabilidad del régimen y de todo Extremo Oriente dependen de la relación que establezcan en los próximos meses el hijo de Kim Jong Il (tutelado por sus tíos, Jang Sing Thaek y Kim Kyong-hui) y una cúpula castrense que no tiene demasiados motivos para respetar su autoridad. «Las posibilidades de que Kim Jong Un sobreviva como líder son muy bajas y si lo hace, tendrá que acomodarse y responder al Ejército», opinaba desde Seúl Jack Pritchard, presidente del Instituto Coreano de Economía.
Aunque se descarta que las tensiones empiecen a aflorar antes del funeral del 28 de diciembre, los servicios de inteligencia de todas las potencias se esfuerzan por adivinar qué está sucediendo en Pyongyang. Sus conclusiones, que hay que tomar con precaución, empiezan a filtrarse. Reuters citaba ayer una fuente anónima, al parecer fiable, que aseguraba que los generales más poderosos habrían llegado a un acuerdo con Kim Jong Un y con su tío Jang para mantener al «príncipe» al frente de manera simbólica mientras, todas las decisiones importantes serían colegiadas. De confirmarse, supondría una transformación desde un sistema fuertemente autocrático y basado en un «líder supremo» a otro en el que las decisiones correrían a cargo de varias personas, algo más parecido a China.
Gran presupuesto militar
Los expertos consideran que esta solución podría ser la más práctica tanto para Kim Jong Un como para los militares y, de paso, apuntalaría por un tiempo la estabilidad que tanto preocupa a los países vecinos. Perderían, nuevamente, los norcoreanos, cuyas necesidades quedarían supeditadas una vez más a las del Ejército. El presupuesto militar, que oficialmente es del 25% del PIB, se traga en realidad (según muchos informes) más de la mitad de las exiguas riquezas que genera un país sin apenas comercio exterior, con una industria anticuada y paralizada ante la falta casi total de energía y escaso de recursos naturales. Especialmente en el norte, la desnutrición se cobra terreno y, sin ayuda humanitaria, volvería a producirse una hambruna como la que mató a más de un millón de personas a principios de los 90. A pesar de ello, soporta 1,3 millones de soldados, uno de los arsenales más grandes del mundo (aunque obsoleto), además del millonario programa atómico y balístico. «Es difícil que eso cambie mientras el Ejército tenga el poder», explica Pritchard. En el plano estratégico, el pronóstico es que un régimen con más poder en manos de los militares podría ser más agresivo y menos dispuesto a ceder a cambio de ayuda humanitaria.
Hay muchos interesados en que el modelo funcione y se evite un colapso. EE UU habló ayer del envío de ayuda. Mientras que Corea del Sur permitió que sus ciudadanos envíen sus condolencias a Pyongyang y suspendió varias actividades «provocativas». Por ejemplo, se ha prohibido la iluminación de un adorno navideño situado en la frontera y visible desde varias ciudades norcoreanas.
El regente en la sombra
Jang Sing Thaek, el marido de la hermana pequeña de Kim Jong Il, parece ser el encargado de tutelar el ascenso del joven heredero. A sus 65 años, formó parte del círculo más íntimo del «Gran Líder» en sus últimos años. Antes de convertirse en «hombre de confianza» fue purgado dos veces: en 1972 por órdenes de Kim Il Sung y en 2003, cuando Kim Jong Il empezó a recelar de su poder. En 2006 fue rehabilitado plenamente y en 2008 elegido para preparar la transición. Muchos analistas le han comparado con el dirigente Deng Xiaoping, autor de la apertura china al libre mercado.
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