La maldita volatilidad

Los productos agrarios no fueron ajenos a este fenómeno. Así, por ejemplo, el maíz bajó en Chicago el 9,5 por ciento si se comparan las cotizaciones del viernes día 6 con las de una semana antes (viernes 28 de abril). Este hecho se vuelve más preocupante cuando se comprueba que entre el lunes y el jueves de la semana pasada los precios de este producto registraron algunos altibajos, no muy grandes, mientras que la gran caída se concentró en una sola jornada, la del último viernes.

A pesar de ello el precio casi duplica al que se registraba el año pasado por estas mismas fechas. Las bolsas de París y de Londres también anotaron bajadas en el caso del trigo y del maíz, aunque fueron menos importantes que las de Chicago. En cualquier caso, la volatilidad está siendo una de las características fundamentales de los mercados durante los últimos once meses, desde que en junio de 2010 comenzó la escalada de las cotizaciones de las principales materias primas agrarias.

Y la volatilidad no beneficia, salvo en contadas ocasiones, ni a los agricultores ni a los ganaderos. Los únicos que sacan tajada de estas bruscas oscilaciones son los especuladores que tengan la suerte de acertar en sus previsiones y en sus operaciones. ¿Continuará la volatilidad durante la próxima campaña de comercialización de cereales que está a la vuelta de la esquina? He ahí la gran incógnita. ¡Mucho cuidado a la hora de hacer previsiones!