París

Sarkozy niega las acusaciones de financiación ilegal a su partido

El escándalo L'Oréal parece haber entrado en una espiral: una nueva revelación al día y más explosiva que la anterior.

Sarkozy niega haber recibido dinero de la heredera de L'Oréal
Sarkozy niega haber recibido dinero de la heredera de L'Oréallarazon

La bomba de ayer cumplió las expectativas. Porque implica directamente al presidente francés, Nicolas Sarkozy, y porque logró desestabilizar al ya vapuleado Eric Woerth, ministro de Trabajo, que tuvo que encajar una nueva acusación. Concretamente la de Claire T., la persona que durante doce años y hasta 2008 se ocupó de las cuentas de Liliane Bettencourt, la heredera de L'Oréal, cuya generosidad sin límites habría servido para financiar bajo mano a la derecha francesa. Según la ex contable, que pasó el lunes declarando ante la Policía en el marco de una investigación preliminar, fue Woerth en su calidad de tesorero de la campaña presidencial de Sarkozy quien recibió durante la primavera de 2007 un sobre con 150.000 euros en efectivo. Los 50.000 que la empleada estaba autorizada a retirar semanalmente y otros 100.000 procedentes de cuentas suizas que el administrador de la fortuna, Patrice de Maistre, se habría encargado de movilizar.

Sobres a discreción«Entonces, Maistre me comentó que muy pronto iría a cenar con Eric Woerth para entregarle, ‘discretamente', la suma. Y la cena tuvo lugar rápidamente», relataba ayer Claire T. en una entrevista al diario digital «Mediapart», el mismo que reveló las escuchas en la residencia de la anciana millonaria y que vaticina que «otras lenguas van a empezar muy pronto a soltarse». De la declaración de la ex contable, que no escatima detalles, se desprende que la «distribución de sobres» era casi un rito en casa de los Bettencourt y que entre los asiduos a la mesa del rico matrimonio se encontraba Nicolas Sarkozy en su época de alcalde de Neuilly, entre 1983 y 2002. «Se hacía en uno de los pequeños salones de la planta baja junto al comedor. Solía ser después de la comida y todo el mundo lo sabía», según Claire T. que –afirma– preparaba personalmente las cantidades aunque nunca llegó a presenciar ninguna entrega de dinero en persona. Alegaciones desmentidas ayer sucesivamente por el Elíseo, el ministro Woerth y el gestor de Bettencourt, pero que se antojan insuficientes para extinguir un incendio en el que ya se han sacrificado a dos secretarios de Estado. No por estar vinculados a este escándalo, sino por derrochar dinero público, creyendo equivocadamente que su dimisión serviría para relajar la presión sobre el Gobierno. En el ojo del huracán, Eric Woerth, se defendió ayer de haber recibido «ni un solo euro que no sea legal», como tesorero de la UMP, el partido de Sarkozy. Aunque exasperado por esta enésima acusación «sin pruebas» y sospechoso de haber beneficiado fiscalmente a Liliane Bettencourt, para la que trabajaba su esposa como gestora de la fortuna, el protegido del presidente y hombre clave en la crucial reforma de las pensiones no piensa dimitir. «Eso significaría la victoria para quienes me insultan todos los días y nada más lejos». Sin embargo, su supervivencia parece cada día estar más comprometida.

UN SILENCIO INSOSTENIBLEAyer no era el día para explayarse ni para explicarse. Por eso, en su visita a un hospital, el presidente francés se conformó con una breve reacción para salir al paso de las nuevas revelaciones sobre su campaña de 2007 y las alegaciones contra su ministro. «Calumnias que no tienen más objetivo que mancillar, sin atisbo alguno de realidad», dijo Nicolas Sarkozy, cuyo silencio en este «affaire» de Estado comienza a hacerse insostenible. Tanto para la izquierda, que reclama transparencia y una remodelación gubernamental, como para sus propias filas, en donde cunde el nerviosismo. De ahí que imploraran ayer a su máximo guía una intervención, que podría producirse la próxima semana, con la que frenar la espiral de acusaciones y tranquilizar a una opinión pública convencida al 64%, según un sondeo, de que sus políticos son corruptos.