Asia

Pekín

Ex altos cargos comunistas de China exigen apertura

El 21 de agosto, el primer ministro chino, Wen Jiabao, dijo que «no basta con promover cambios económicos, sino que necesitamos también reformas políticas». Su discurso, por novedoso y esperanzador, dio la vuelta al mundo y muchos las interpretaron como un anuncio de reformasdemocráticas. Nadie pudo oírlo, sin embargo, en China, donde suspalabras fueron censuradas por el órgano de propaganda.

Ex altos cargos comunistas de China exigen apertura
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La anécdota ha sido utilizada por un grupo de 23 ex altos cargos del Partido Comunista Chino (PCCh) para ilustrar los excesos de la censura en el gigante asiático y poner de relieve, de paso, las tensiones existentes dentro de los cuadros gubernamentales. Este grupo de ilustres ancianos exponen su indignación en una durísima e insólita carta donde se exige libertad total de prensa. Entre otras muchas cosas, acusan a los propagandistas de utilizar arbitrariamente su «mano negra» y de estar fuera de la legalidad, al no cumplir con la Constitución redactada en 1982, que recoge la libertad de expresión y de prensa para toda la ciudadanía. «Se han convertido en una mancha escandalosa en la historia de la democracia mundial».

La inflamada misiva llega días después de que le fuese concedido el Nobel de la Paz al disidente Liu Xiaobo, que cumple una condena de 11 años de cárcel por un delito de opinión.

Consultados por la Prensa de Hong Kong, el «comité de ancianos» insistió en que la concesión del premio es una mera casualidad y aseguraron que llevaban mucho tiempo preparando el golpe de efecto. Casualidad o no, se trata de un nuevo estacazo contra la política del Gobierno chino en materia de libertad de expresión, una de las cuestiones más criticadas por la ciudadanía. «Si es que ni siquiera nuestro primer ministro tiene libertad de prensa. ¡Han censurado sus discursos al menos tres veces!», recuerda el documento. Entre los firmantes hay viejos veteranos, algunos con más de noventa años y otros recién salidos del aparato de Gobierno. Muchos son ex directores de periódicos, agencias o televisiones estatales y todos proceden de las filas del partido. Una minoría fueron expulsados o apartados por decisiones políticas, al intentar ejercer una política informativa más abierta. El resto, simplemente, están hartos de vivir en un país donde la información está completamente controlada por el Gobierno. Entre los promotores de la carta se encuentra gente como Zhong Peizhang, uno de los antiguos directores del propio Departamento Central de Propaganda.

«Estos veteranos no han podido decir lo que piensan durante mucho tiempo y se sienten frustrados», comentó otro de los firmantes, Tie Lu, un editor jubilado. Pero quizá el nombre más conocido de la lista sea el de Li Rui, antiguo peso pesado del partido y ex secretario de Mao.

Él también sufrió la censura en sus propias carnes, después de que un escrito suyo criticando la política económica de su jefe fuese excluido de un libro. «Es increíble, porque ese mismo artículo se pudo publicar en 1981 y ahora no», comentó Tie. Los veteranos critican la corrupción y la hipocresía de los censores chinos, que imposibilitan que la ciudadanía pueda confiar en sus medios, viéndose obligados, a «acudir a la prensa extranjera».


Los ocho puntos del manifiesto
- Éstas son las ocho exigencias para el cambio: Acabar con el sistema de control de los medios por parte de las autoridades superiores.
- Respetar a los periodistas y su estatus social. Apoyarlos cuando se expongan a la corrupción oficial.
- Abolir el control sobre la información en internet, salvo en casos especiales de privacidad o secretos de Estado.
- Acabar con la «ciberpolicía» y el «ejército de los 50 céntimos de yen», gente a la que se paga esa cantidad por postear opiniones a favor del régimen.
- Garantizar el derecho a la ciudadanía a conocer los errores del Partido.
- Promover proyectos periodísticos de propiedad ciudadana.
- Permitir la libre circulación de la Prensa de Macao y Hong Kong.
- Evitar que funcionarios corruptos censuren artículos de investigación. Evitar que cierren publicaciones, arresten periodistas y despidan editores.